Rebelión en la liquidación de la Expo

Una fuerte protesta del público causa dos suspensiones de la subasta de la muestra

"Esto es un desastre", afirmaba atónito Wolfang Lenz, que había venido desde Stuttgart, Alemania, al último día de la subasta de la Expo. No entendía nada. Unas 200 personas se agrupaban en torno a la mesa de dirección de la venta gritando: "¡Fuera!", ladrones", e incluso "¡España, España!", en contra de la multinacional holandesa, Troostw¡jk, encargada de la organización del acontecimiento. Un cambio de última hora de la sociedad estatal Agesa sobre las condiciones de venta de la exposición Caminos de España levantó al público de sus asientos. La subasta fue suspendida dos veces. F...

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"Esto es un desastre", afirmaba atónito Wolfang Lenz, que había venido desde Stuttgart, Alemania, al último día de la subasta de la Expo. No entendía nada. Unas 200 personas se agrupaban en torno a la mesa de dirección de la venta gritando: "¡Fuera!", ladrones", e incluso "¡España, España!", en contra de la multinacional holandesa, Troostw¡jk, encargada de la organización del acontecimiento. Un cambio de última hora de la sociedad estatal Agesa sobre las condiciones de venta de la exposición Caminos de España levantó al público de sus asientos. La subasta fue suspendida dos veces. Finalmente, este lote, con una nueva composición, se venderá el próximo mes en una jornada especial.Eran las doce de la mañana cuando el director de Agesa, Ángel Juárez, anunciaba que Caminos de España no se vendería por lotes, sino en su conjunto. Dueños de salones de fiesta, representantes de multinacionales y hasta feriantes, en busca de equipos de imagen y sonido, comenzaron a gritar. El precio de salida fue 250 millones y nadie pujó. Sin embargo, en la mesa se oyó: "Adjudicado".

Entonces todo quedó fuera de control. Policías y vigilantes jurados se dispusieron para proteger a los subastadores. Cada llamamiento a la calma incitaba nuevas iras. El vendedor Francisco García Santos aseguró que no había habido adjudicación, que había sido un error, y que se había declarado desierta la venta.

"Ha sido una subasta bastarda. Es la clausura que se merecía la Expo como prueba de que la corrupción ha llegado hasta el final" decía Pedro Gago, un comprador de Madrid. Este, junto a Valeriano Martín, un feriante que asegura haber pedido un crédito para poder pujar, abanderaron los primeros momentos de las cuatro horas de protesta.

Agesa se empeñaba en justificar que la previsión de que los lotes se vendieran por un precio demasiado bajo y la imposibilidad de garantizar su funcionamiento fuera del conjunto motivaban su venta en bloque o su retirada.

Los argumentos no convencieron, y el comerciante Andrés Duque llegó a exigir la devolución de lo ya comprado. Los subastadores holandeses empezaron a hacer fotos de recuerdo y ningún responsable de Agesa quería admitir la primera hoja de reclamaciones presentada por el burgalés Antonio Simón.

A las dos y media hubo un nuevo intento de reiniciar la subasta y los afectados por la retirada de Caminos de España comenzaron a pujar en bloque para anular las ventas. Tras una nueva suspensión de hora y media, el director de Agesa apareció acompañado de policías, subió al estrado y negoció con los asistentes una nueva fecha para subastar la misma exposición agrupada en nuevos lotes. El subastador volvió a su asiento y ofertó: "Mesa con sillas de plástico; por 20.000 pesetas". Todos esperaban nuevas protestas. Tras unos tensos segundos, se adjudicó el lote y la subasta pudo continuar hasta últimas horas de la noche de ayer.

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