Cartas al director

Pitido nocturno

Tres de la madrugada del domingo: una gotita de agua dispara la alarma de un establecimiento Dia de mi calle, ya famoso por las molestias al vecindario. El siniestro e histérico pitido despierta a toda la manzana: llamamos al 092, que no puede hacer nada y lo pone en manos de la comisaría. Ésta necesita una denuncia y la autorización del juez para poder penetrar en el local. Denuncio. Por fin localizan en su casa a la encargada del establecimiento, que viene e interrumpe el sonido. Han pasado ocho horas.La encargada tenía perfecto derecho de pasar fuera el fin de semana, o dormir hasta la noch...

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Tres de la madrugada del domingo: una gotita de agua dispara la alarma de un establecimiento Dia de mi calle, ya famoso por las molestias al vecindario. El siniestro e histérico pitido despierta a toda la manzana: llamamos al 092, que no puede hacer nada y lo pone en manos de la comisaría. Ésta necesita una denuncia y la autorización del juez para poder penetrar en el local. Denuncio. Por fin localizan en su casa a la encargada del establecimiento, que viene e interrumpe el sonido. Han pasado ocho horas.La encargada tenía perfecto derecho de pasar fuera el fin de semana, o dormir hasta la noche. ¿Cómo un establecimiento, y más una cadena extendida, no tiene una central de alarmas que responda prontamente (¡incluso por su propia seguridad!)? La irresponsabilidad y el desprecio al vecindario tienen además como consecuencia el despilfarro de recursos de las fuerzas del orden: varias llamadas, cuatro viajes de coches patrulla, denuncias... ¿Para cuándo una normativa que obligue a un responsable inmediato para cada alarma, y evite que la ciudad se convierta en un acerico de pitidos?

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