NECROLÓGICAS

Washington Barcala, pintor secreto y excelente

El pasado mes de septiembre abandonaba Madrid, con la esperanza de un pronto regreso, el gran pintor uruguayo Washington Barcala. Lamentablemente, no habrá de volver ya a la ciudad que eligió, hace casi dos décadas, para desarrollar en ella una aventura poética, secreta y fascinante, que se cuenta seguramente entre visiones más entrañables y rigurosas de la plástica latinoamericana de su generación. Barcala falleció el jueves en Montevideo, su otra ciudad, donde había nacido en 1920 y que, en cierto modo, tanto tenía que ver también con las raíces de su arte.Empleando toda clase de materiales ...

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El pasado mes de septiembre abandonaba Madrid, con la esperanza de un pronto regreso, el gran pintor uruguayo Washington Barcala. Lamentablemente, no habrá de volver ya a la ciudad que eligió, hace casi dos décadas, para desarrollar en ella una aventura poética, secreta y fascinante, que se cuenta seguramente entre visiones más entrañables y rigurosas de la plástica latinoamericana de su generación. Barcala falleció el jueves en Montevideo, su otra ciudad, donde había nacido en 1920 y que, en cierto modo, tanto tenía que ver también con las raíces de su arte.Empleando toda clase de materiales de extrema levedad y pobreza -fragmentos de papel o de tela, maderas, hilo, recortes de prensa, algún objeto de uso cotidiano-, el gran artista uruguayo tejía, como con retazos aleatorios del propio flujo de su existencia, ágiles composiciones que parecían rastrear un sueño de orden y equilibrio, una misteriosa estrutucra evanescente, sospechada bajo el turbulento caos del tiempo y de la vida.

Por su humildad radical y su despojamiento, por esa voluntad de explorar a fondo y a su aire las raíces de la vanguardia, indiferente a estrategias o modas, Barcala fue siempre un artista secreto, aquello que suele denominarse como un pintor de pintores, despertando en ese sentido la admiración incondicional de aquellos círculos capaces de percibir, tras esa obra sin concesiones, el temblor de una sensibilidad excelente y misteriosamente intensa.

Tras la convalecencia de una intervención quirurgica, Barcala realizó, durante la primavera de 1992, su última muestra personal en la madrileña galería Cellini.-

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