Entrevista:ELECCIONES EN GALICIAXosé Manuel BeirasCandidato del Bloque Nacionalista Galego

"No cuestionaremos acorto plazo el marco constitucional"

El candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia y portavoz de la Asamblea del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Xose Manuel Beiras, de 56 años, es el artífice del crecimiento que las encuestas auguran a su partido en las elecciones del próximo domingo. Profesor de economía, fiel al marxismo, quienes le conocen le consideran tan elegante, culto y refinado como agresivo e histriónico en el debate político.

Nunca una fuerza política gallega que propugna la ruptura del actual modelo de Estado había conseguido tanto respaldo social. El Bloque Nacionalista Galego (BNG) aspira a culminar ...

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El candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia y portavoz de la Asamblea del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Xose Manuel Beiras, de 56 años, es el artífice del crecimiento que las encuestas auguran a su partido en las elecciones del próximo domingo. Profesor de economía, fiel al marxismo, quienes le conocen le consideran tan elegante, culto y refinado como agresivo e histriónico en el debate político.

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Nunca una fuerza política gallega que propugna la ruptura del actual modelo de Estado había conseguido tanto respaldo social. El Bloque Nacionalista Galego (BNG) aspira a culminar el domingo una trayectoria que va desde el testimonialismo a la posibilidad de obtener el apoyo del 15% del electorado.El BNG ha sufrido una profunda metamorfosis, que se inició en 1985, cuando el actual candidato a la presidencia de la Xunta prometió en el Parlamento autónomo acatar la Constitución y el estatuto. El núcleo originario de este frente nacionalista es la Unión do Pobo Galego (UPG), un partido marxista-leninista. Con los años, se ha ensanchado su base, al incorporarse grupos socialdemócratas y socialistas. Dentro del BNG hay colectivos que aspiran a la independencia y otros que propugnan un Estado federal. El líder de la formación, Xosé Manuel Beiras, parece encarnar una posición centrista.

Pregunta. ¿En qué se basan ustedes para decir que han sido la única oposición a Fraga?

Respuesta. El BNG ha sido la única fuerza política que ya en el discurso de investidura de Fraga le hizo su currículo político y le definió ideológicamente. En la fase final de la legislatura, el PSOE hizo suyo este diagnóstico. Nosotros dijimos al principio que Fraga era un fascista y Sánchez Presedo [candidato socialista] lo ha dicho al final. En cuatro años se poralizó el antagonismo entre el Gobierno del PP y el Bloque, que ha sido la fuerza, que ha presentado iniciativas sobre los problemas más graves de este país. El propio Fraga dice que somos sus antagonistas y eso prueba que representamos la auténtica alternativa.

P. Cuando afirma que Fraga es un fascista, ¿quiere decir que sólo ha asumido en apariencia las reglas democráticas?

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R. Quiero decir que su ideología y su manera de utilizar el poder siguen siendo fascistas. Y con eso no intento insultarlo, sino definirlo, de la misma manera que cuando él medice a mí que soy marxista, no me siento ofendido. Fraga ha dado un golpe de mano en el Parlamento con la reforma reglamentaria. Impone su voluntad, amordaza a la oposición y pone al poder ejecutivo por encima del legislativo. En los medios de comunicación autonómicos ha excluido absolutamente las voces de la oposición. Por debajo de la cuestión formal, sigue siendo profundamente fascista, autoritario, totalitario y antidemocrático.

P. ¿Qué tendría que ocurrir para que el PP perdiese la mayoría absoluta?

R. Que el electorado prefiera con diafanidad no sólo los mensajes de cada cual, sino la información sobre el balance de cuentas de los últimos cuatro años. Un segmento del electorado que votó a Fraga en 1989 no era fraguista, simplemente se creyó su mito de mesías. Si esos votantes tuviesen datos suficientes sobre el balance de la Xunta, no le podrían renovar su confianza.

P. ¿No les podría perjudicar la llamada del PSOE al voto útil?

R. Ese mensaje del PSOE se contradice con la tendencia mostrada por algunas encuestas [anteriores a las publicadas ayer] que dicen que cuanto más sube el BNG más pierde el PP. La clave somos nosotros, no el PSOE. Cualitativamente, también es el BNG el que puede garantizar que se cambien los criterios del Gobierno. El PSOE tiene una trayectoria de pusilanimidad, de plegarse ante las razones de Estado aunque chocasen con las necesidades de Galicia. Por eso recogemos votantes socialistas.

P. ¿No existe un abismo ideológico entre el PSOE y el BNG como para hacer inviable un pacto de gobierno?

R. No debería de haber un abismo si el PSOE gallego opera al servicio de las necesidades políticas de Galicia. Nosotros decimos que el PP es una fuerza reaccionaria en Galicia y el PSOE no lo es. La cuestión nacional gallega implica una relación conflictiva con el poder central y, en ese sentido, el PSOE, como fuerza que tiene el Gobierno del Estado, no está en el mismo lado del rubicón que nosotros. Pero si ellos actúan como una fuerza gallega, nosotros no vamos a hacer a corto plazo planteamientos inviables dentro del marco jurídico-político vigente.

P. Por lo tanto, para facilitar ese acuerdo sacrificarían algunos principios ideológicos.

R. Eso es lo normal en la práctica política y lo que han hecho las fuerzas de izquierda en este siglo. El propio PSOE sigue declarándose republicano en sus principios. No renunciamos a nuestros objetivos, ponderamos lo que se puede hacer en este momento.

P. ¿Cuáles son sus condiciones irrenunciables para apoyar una política con el horizonte de los próximos cuatro años?

R. La restauración de las reglas de juego democráticas en la política gallega, tanto en las instituciones como en la sociedad, están deterioradas por la peste de Fraga. Ahora bien, cada vez hay más grupos sociales que están en una situación límite, incluido el propio empresariado gallego. Por eso, el juego en este momento no es hacer una política en favor del proletariado y en contra de los empresarios.

P. Para un nacionalista, supondrá un avance que se conceda la corresponsabilidad fiscal a las autonomías. Sin embargo, la Xunta se siente perjudicada.

R. Ese es un debate trucado. El problema no está en determinar de qué figura tributaría se detraen fondos, sino en ir hacia la plena autonomía financiera. Eso requiere garantías de suficiencia financiera, lo que significa que tiene que haber dotación presupuestaria para poner en práctica mecanismos correctores de desequilibrios. Si eso funciona, es indiferente que se transfiera el 15% del IRPF. Este debate lo único que está consiguiendo es estimular resoretes atávicos de xenofobia que son fatales.

P. Con frecuencia, se les acusa de hacer populismo.

R. Es muy gracioso, y por otra parte resulta lamentable, que se nos impute eso por portavoces de formaciones que se consideran de izquierdas. Lo hacen sólo por el hecho de que somos un frente pluriclasista.

P. También se dice que el BNG está dominado por la UPG, que utilizaría el frente como una especie de camuflaje.

R. Eso ni merece respuesta porque la práctica del BNG a lo largo de diez años demostró quién define nuestra política.

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