El último gran patriarca de la banca

Fallece Emilio Botín a los 90 años, el gran impulsor del Banco Santander

Emilio Botín Sanz de Sautuola y López murió al mediodía de ayer, a los 90 años, en Santander. Banquero, hijo y nieto de banqueros, ocupó la presidencia del Banco Santander durante 36 años y forjó una de las más importantes fortunas del país. Botín convirtió una entidad de carácter local en uno de los siete grandes bancos españoles con mayor presencia en el exterior y logró consolidar en su dirección a la familia Botín. Ninguno de sus dos hijos varones, Emilio y Jaime, ausentes de Santander por cuestiones profesionales, se encontraba junto al anciano al producirse el óbito en El Promontorio, un...

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Emilio Botín Sanz de Sautuola y López murió al mediodía de ayer, a los 90 años, en Santander. Banquero, hijo y nieto de banqueros, ocupó la presidencia del Banco Santander durante 36 años y forjó una de las más importantes fortunas del país. Botín convirtió una entidad de carácter local en uno de los siete grandes bancos españoles con mayor presencia en el exterior y logró consolidar en su dirección a la familia Botín. Ninguno de sus dos hijos varones, Emilio y Jaime, ausentes de Santander por cuestiones profesionales, se encontraba junto al anciano al producirse el óbito en El Promontorio, un hermoso palacete de estilo inglés construido en 1915 en el Paseo de Pérez Galdós contiguo al hotel Real.

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En los últimos días, el banquero experimentó un agravamiento en su ya quebrantado estado de salud. En la primavera pasada había superado con toda normalidad una operación de cataratas en el Hospital Valdecilla. Emilio Botín será enterrado hoy en el panteón familiar del cementerio de la localidad Puente San Miguel, a 22 kilómetros de Santander, donde la familia tiene una finca rodeada de espléndidos jardines, informa Jesús Delgado.

Durante los 57 años que se dedicó a su Santander convivió con la dictadura del general Primo de Rivera, la República, el franquismo y la democracia. El banco, el único de los grandes controlado por una sola familia, experimentó una imparable expansión gracias al carácter netamente comercial que instituyó Emilio Botín a la entidad. Política que le ayudó a sobreponerse a las crisis que sufrió el sector en los setenta y principios de los ochenta.

El último patriarca de la banca nació en Puente de San Miguel (Cantabria) en 1903. Su padre, Emilio Botín y López, fue el primer presidente ordinario del Banco de Santander. Su madre, María Sanz de Sautuola y Escalante, fue descubridora de las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira, en, Santillana del Mar. Estaba casado con Ana García Arce de los Ríos Caller. Sus hijos Emilio y Jaime representan la continuidad de la saga y ocupan en la actualidad la presidencia del Banco Santander y Bankinter, respectivamente.Gran fortunaLa fortuna acumulada por los Botín ha sido cifrada en anteriores ocasiones en más de 200.000 millones de pesetas. Su participación en el Santander es uno de los secretos mejor guardados. Mientras que la cifra más conocida es el 9%, la revista Forbes la cifraba hace unos años en el 25%. "En este país hay muchos que presumen de ricos, pero ricos de verdad sólo somos unos pocos", dijo el banquero hace escasos años.

Estudió Derecho en la Universidad de Madrid. Siempre quiso ser banquero, por algo era hijo y nieto de banqueros, y tras la muerte de su padre en 1923 tuvo que esperar siete años hasta que se consideró que tenía edad suficiente, 27 años, para desempeñar el puesto de consejero de la entidad. Cuatro años después fue nombrado director general del banco. A partir de 1945, en plena posguerra, comenzó la expansión de la entidad fuera de Cantabria mediante la absorción de numerosas entidades financieras (algunas mayores, como el Banco Mercantil de Santander).

En 1950, con el nombramiento de Emilio Botín como presidente y consejero delegado de la entidad, se consolida la presencia del Santander en toda España. Después vino la aventura americana, en la que Botín fue un pionero, y ya en los años ochenta la salida del banco a las Bolsas internacionales.

Viajero incansable, repartió sus días entre los despachos de la madrileña Calle de Alcalá -donde tenía un busto imponente de Unamuno- y del paseo de Pereda, en Santander. Tras dejar la presidencia y el consejo del banco, en 1986 y 1989, respectivamente, Botín pasó la mayor parte del tiempo en el palacete de la capital cántabra.

Fue el último banquero español al modo clásico, con la práctica a rajatabla del refrán: El joyero y el banquero, austeros. Austeridad que le ha hecho huir de cargos políticos o de representación. Son contadas las ocasiones en las que habló en público fuera de los preceptivos discursos en las juntas generales. No obstante, sus escasas intervenciones fueron casi siempre polémicas. En una entrevista concedida a El PAÍS en el verano de 1976, el banquero defendió, con casi un año de adelanto, la legalización del partido comunista: "El partido comunista es totalitario y antidemocrático, pero creo que lo más inteligente sería legalizarlo".

En 1980 sorprendió una vez más a la opinión pública al afirmar que "no hay crisis bancaria, sino bancos mal planeados, mal dirigidos y, en algunos casos desgraciadamente, bancos deshonestamente administrados".

Fue el banquero que más sospechó de la expansión incontrolada de Rumasa. Cuando el Gobierno socialista expropió el holding en 1983, Botín dirigió una carta a Felipe González felicitándole por su actuación. También en ese año, el banquero dejó claro la disposición del Banco Santander a ayudar al Gobierno socialista en la reconversión industrial y apoyó las medidas estabilizadoras que tomó el Ejecutivo para salir de la crisis económica de entonces.

Negociador implacable, en 1955 Botín convenció al Bank of America para que entrara al 50% en el capital de Bankinter. Su entrada en el sector eléctrico también fue sonada. En 1983 lanzó una OPA sobre Eléctrica de Viesgo y poco después tomaba participaciones en FECSA y Sevillana.

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