Tribuna:

Necedades

Hace 20 años, Barral Editores publicó la traducción de un libro francés muy recomendable: Catálogo de las necedades que los europeos se aplican mutuamente. El catálogo era una aciaga y muy documentada colección de los tópicos que hacen del francés sucio y ególatra; del alemán, cervecero y torpe; del español, hidalgo y valiente, y así hasta el puro infinito. Más allá de su voluntad descriptiva, el libro sugería una interesante reflexión sobre la naturaleza del tópico aplicada a las características nacionales, sobre su evolución y sus consecuencias. Y de él podía extraerse una conclusión ...

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Hace 20 años, Barral Editores publicó la traducción de un libro francés muy recomendable: Catálogo de las necedades que los europeos se aplican mutuamente. El catálogo era una aciaga y muy documentada colección de los tópicos que hacen del francés sucio y ególatra; del alemán, cervecero y torpe; del español, hidalgo y valiente, y así hasta el puro infinito. Más allá de su voluntad descriptiva, el libro sugería una interesante reflexión sobre la naturaleza del tópico aplicada a las características nacionales, sobre su evolución y sus consecuencias. Y de él podía extraerse una conclusión importante: una colectividad avanza cuando es capaz de remontar el tópico vigente y apoderarse de otro, aun contradictorio con el anterior.Tengo ese libro a mano cuando la muy diferente actitud de vascos y catalanes -diferente, como mínimo, en cuanto a las formas- respecto a su participación en el gobierno del Estado amenaza con perpetuar otro buen puñado de años dos de los tópicos que circulan en España sobre ambos pueblos: el que hace de los vascos gente noble y el que presenta a los catalanes como una sonrojante amalgama insolidaria. En el caso vasco, el tópico de su nobleza avanza en paralelo con otra consideración depositada por el lodo del tiempo: su rancia españolidad, que incluso permite a Arzalluz declararse no español sin que nada se turbe. El tópico, así, es más intenso y eficaz que sus propias, coyunturales, palabras. Por el contrario, la actitud de Pujol ha confirmado un sentimiento peninsular muy extendido: los catalanes van a lo suyo y su diseño -el último tópico de la modernidad- es de una radical diferencia. Obviamente, se trata de necedades. Pero como es imprescindible vivir entre ellas, de cuando en cuando conviene renovarlas. Pujol, sin embargo, ha elegido la necedad vigente: se encuentra a gusto..

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