Ascienden a más de 300 las víctimas del naufragio de una barcaza en Filipinas

Las víctimas del naufragio de una pagoda flotante que participaba en una procesión fluvial el pasado viernes en la localidad filipina de Bocaue ascendían ayer a 309 muertos. Mientras, los buceadores seguían rescatando cadáveres del fondo del río y apilándolos en la plaza principal de la ciudad, situada unos veinte kilómetros de Manila.

Ya no había espacio para los féretros, en la mañana de ayer, en las tres funerarias de Bocaue. Según datos de las autoridades locales, todavía había al menos veinte personas desaparecidas. Las víctimas eran en su mayoría mujeres y niños que no tuvieron fu...

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Las víctimas del naufragio de una pagoda flotante que participaba en una procesión fluvial el pasado viernes en la localidad filipina de Bocaue ascendían ayer a 309 muertos. Mientras, los buceadores seguían rescatando cadáveres del fondo del río y apilándolos en la plaza principal de la ciudad, situada unos veinte kilómetros de Manila.

Ya no había espacio para los féretros, en la mañana de ayer, en las tres funerarias de Bocaue. Según datos de las autoridades locales, todavía había al menos veinte personas desaparecidas. Las víctimas eran en su mayoría mujeres y niños que no tuvieron fuerzas para nadar hasta la orilla. De los 200 supervivientes del naufragio, unos 80 se hallaban hospitalizados.La tragedia se produjo durante la procesión anual que, siguiendo la tradición iniciada por los colonizadores españoles, se viene repitiendo a orillas del río Bocaue desde hace 400 años. Según las autoridades, la causa fue el exceso de carga de la barcaza que llevaba a bordo más de 500 peregrinos.

Según testigos de los hechos, la barcaza -formada por dos balsas de: bambú unidas por una plataforma sobre la que estaba colocada una cruz- comenzó a ser invadida por el agua cuando unos niños se precipitaron hacia uno de los lados para ver mejor los fuegos artificiales. Siguió un movimiento de pánico de los pasajeros que aceleró el hundimiento del altar flotante en un punto donde el río tiene una profundidad de diez metros.

La labor de rescate de los cadáveres por parte de los buceadores, continuaba ayer bajo un sol de justicia. Al no quedar espacio en las funerarias, las ambulancias depositaban los restos de las víctimas sobre la plaza principal.

Los embalsamadores, protegidos por una máscara, regaban los cuerpos sin vida con agua y pedían a la población que trajesen martillos y clavos para poder confeccionar más féretros. Los funcionarios se mezclaban con los hombres y mujeres en busca de sus hijos desaparecidos, rompían en gritos histéricos o, simplemente, sollozaban silenciosamente, al localizar los cuerpos de sus familiares.

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