Cartas al director

La Iglesia evangélica

Soy asiduo lector de su periódico, entre otras cosas porque bajo el titular figura "diario independiente de la mañana". No dudo de su independencia, pero sí de la capacidad e información de sus corresponsales, que han hecho que me sienta dolido al leer en la edición del pasado domingo día 6 de junio, en un artículo titulado El botín guatemalteco, firmado por Fernando Orgambides, páginas 12 y 13, en un ladillo titulado Un Estado débil: se refiere a la "proliferación de sectas evangélicas".Es el colmo de la ignorancia y la descalificación a la Iglesia evangélica, existente desde ci...

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Soy asiduo lector de su periódico, entre otras cosas porque bajo el titular figura "diario independiente de la mañana". No dudo de su independencia, pero sí de la capacidad e información de sus corresponsales, que han hecho que me sienta dolido al leer en la edición del pasado domingo día 6 de junio, en un artículo titulado El botín guatemalteco, firmado por Fernando Orgambides, páginas 12 y 13, en un ladillo titulado Un Estado débil: se refiere a la "proliferación de sectas evangélicas".Es el colmo de la ignorancia y la descalificación a la Iglesia evangélica, existente desde cientos de años no sólo en Europa y América, sino en muchos países del mundo, reconocida como Iglesia cristiana, practicante del Evangelio de Jesucristo -de ahí lo de evangélica-, que nada tiene que ver, ni lo ha tenido nunca, con ninguna secta, y en la actualidad con acuerdos de cooperación con España; no como secta, que, de haberlo sido, jamás podría haber contraído estos acuerdos, sino como Iglesia evangélica, con notorio arraigo en España desde los tiempos de la Reforma, hace más de quinientos años. Por si no lo sabe, la versión bíblica que usamos en España, entre otras, data del año 1569, versión del español Casidoro de Reina y revisada por Cipriano de Valera en 1602, aunque durante los años de la Inquisición y posterior dictadura de Franco hayamos sido ilegales, sin derechos y perseguidos, además de calificados como secta, como se calificaba a cualquiera que no perteneciera a la Iglesia católica romana. Así figuraba en el Diccionario de la Lengua Española, que ahora han rectificado, afortunadamente.

Es doloroso seguir leyendo este calificativo despectivo en un periódico que se dice independiente y que debe ser objetivo y serio en el tratamiento de sus noticias en la España democrática actual. Le agradecería alguna nota aclaratoria que pudiera quitar tal agravio al pueblo evangélico español.-

-(pastor evangélico).

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