Singapur, un dragón intolerante

Tímida apertura democrática de un régimen que prefiere el palo a la zanahoria

Singapur, dragón asiático que fue perro faldero 30 años atrás, a comenzado el proceso para la elección de su primer jefe de Estado. La clase gobernante de esta isla de tres millones de habitantes don de, al paso que se va, el consumo de chicle acabará penándose con la horca no espera sobresaltos porque en el Parlamento son 77 contra 4. Y esos 4 apenas hacen ruido. Singapur prospera porque, según quienes afirman conocerla, impera Confucio. Y, mutatis mutandis, éste era el pensamiento del filósofo chino: los listos, a mandar; los tontos, a obedecer. Respetando esas instrucciones, la renta...

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Singapur, dragón asiático que fue perro faldero 30 años atrás, a comenzado el proceso para la elección de su primer jefe de Estado. La clase gobernante de esta isla de tres millones de habitantes don de, al paso que se va, el consumo de chicle acabará penándose con la horca no espera sobresaltos porque en el Parlamento son 77 contra 4. Y esos 4 apenas hacen ruido. Singapur prospera porque, según quienes afirman conocerla, impera Confucio. Y, mutatis mutandis, éste era el pensamiento del filósofo chino: los listos, a mandar; los tontos, a obedecer. Respetando esas instrucciones, la renta per cápita de la ex colonia británica, sin recursos naturales en sus 622 kilómetros cuadrados, es la segunda en Asia tras Japón y Brunei.La oficina del primer ministro, Goh Chok Tong, ha abierto el plazo para la presentación de candidatos, que deben ser íntegros, de buen carácter y reputación y hábiles en la dirección empresarial. Podrán optar al cargo antiguos ministros, altos funcionarios y presidentes o consejeros delegados de compañías con un mínimo de 70 millones de pesetas, al cambio, en capital.

La identidad del nuevo jefe de Estado, que evidentemente pertenecerá al oficial Partido de Acción Popular, no cambiará la administración de un territorio cuyos patíbulos, por el orden y la limpieza, agradece el Viajero procedente de la caótica, sucia y arruinada Camboya. En los de verdad se cuelga a los narcotraficantes. "Dentro de 10 años seremos como Suiza", afirma una periodista que pese a hablar positivamente de su país prefiere hacerlo desde el anonimato ("puede crearme problemas").

La censura sobre la prensa nacional y extranjera es estrecha. Revistas como Playboy o Cosmopolitan han sido prohibidas y las tijeras adecentan las películas verdes. Tampoco quiere ser citado un español enamorado desde hace más de un decenio del principal autor del despegue económico, Lee Kuan Yew, liquidador de huelgas cuando reventó a palos las primeras.

El palo y la zanahoria conviven felizmente. China y Vietnam han querido contratar a quien sabiamente alternó esos aperos durante 27 años y se retiró voluntariamente: un político de 69 años, todopoderoso primer ministro desde la independencia de Malaisia en 1965 y poco amigo de imitar a las democracias occidentales. Lee, todavía sobre el hombro de su sucesor, es de los que piensa que el escrupuloso respeto a los derechos humanos es un lujo fuera del alcance de los países en desarrollo.

Los autoritarios organizadores de la ciudad-Estado colgada en el estrecho de Malaca, vecina de la rampante pobreza indochina y el subdesarrollo indonesio, quieren conservar, y aumentar en lo posible, una esperanza de vida de 76 años, los 36.000 millones de dólares en reservas de divisas, un contingente escolar diestro en matemáticas e ignorante en letras y unas avenidas limpias como la patena.

Corrupción bajo mínimos

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Quiere conservar sus mínimos en corrupción oficial, una de las economías más abiertas al comercio exterior y la inversión, un crecimiento que este año quiere llegar a los seis puntos, su mercado de cambio -tercero tras Nueva York y Londres-, el mejor puerto mercante del mundo, su monumental industria de refino -tercera también del mundo- y una sociedad mayoritariamente joven que encaja bien el ordeno y mando. Quien no lo haga, mejor que emigre.

La existencia de la oposición en un marco constitucional a la medida, pese a su escasa enjundia, permite su homologación internacional. El monolítico Parlamento discute más y no refrenda automáticamente las decisiones ministeriales. Las nuevas normas sobre educación, por ejemplo, fueron muy debatidas. Ningún diputado quiere perder el voto de los padres molestos con selectividades que ponen a sus hijos en el pelotón de los torpes de por vida. En esa criba se juegan su futuro.

"Hemos conseguido todo lo que tenemos de la nada", declaró el actual primer ministro. ¿Y qué ha logrado Singapur? La periodista del Strait Times lo ve así: "Lo más importante para la población es el bienestar económico. Pocos entre nosotros criticamos las normas ciudadanas impuestas por el Gobierno, por muy ridículas que os parezcan a los occidentales. No debemos olvidar que somos una sociedad de emigrantes que queremos estabilidad, comodidad y consolidarnos como nación. La mayoría vive contenta".

El Estado devenga el 40% de la masa salarial y con ese fondo financia educación, sanidad y la jubilación a los 55 años. El seguro de desempleo no existe porque dicen sus detractores que fomenta la vagancia. Las alcaldadas son frecuentes y a lo grande en Singapur, nación formada en un 76% por chinos llegados a principios de siglo; malayos, l5%; indios y paquistanínes, 7%, y el resto de otras razas, minorías éstas con un solo ministro.

Hasta hace cuatro años, y durante 18, se penalizaba el tercer hijo con una fuerte multa y la prohibición de su matriculación en el colegio elegido por la familia. Cambiaron las normas y el tercer y el cuarto vástago reciben ahora las bendiciones oficiales, y fiscales, y dos millones y medio en la sala de partos.

Carmen Ferrer Margalet, agregada comercial de la Embajada de España, cuyo titular es el embajador de Indonesia, asegura: "Todo aquí está supercontrolado, pero funciona. Lo hace como una compañía. Y el paro no existe porque en cuanto sobra gente, al ser peones extranjeros, no tienen más que ponerlos en la frontera como ilegales".

El precio de la suciedad

Singapur es una vitrina reluciente en la que el confucionismo, en versión de Lee Kuan Yew, se aplica a machamartillo. Ensuciar no compensa:- Se prohíbe dar de comer a las palomas bajo multa de 80.000 pesetas.

- Se prohíbe escupir, bajo multa de 100.000 pesetas.

- Se prohíbe importar chicle, bajo multa de un millón.

-Se prohíbe orinar en la calle, bajo multa de 50.000 pesetas.

- Se prohíbe fumar o comer en el metro, bajo multa de 30.000 pesetas.

- Se prohibe vender más de 5.000 ejemplares del Wall Street Journal.

- Se prohíbe la revista Far Eastern Economic Review.

- Se prohíbe vender más de 10.000 ejemplares de cualquier publicación extranjera.

- Se prohíbe arrojar basuras. Diez que lo hicieron fueron vestidos con chaquetas fósforescentes y filmados por la televisión mientras recogían basuras por la calle.

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