Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIOCUADERNO DE CAMPAÑA

El cheque en blanco

Felipe González obtuvo ayer una clara victoria en el combate económico televisivo con José María Aznar. La importancia del triunfo es doble. Por una parte, demostró que e líder del Partido Popular no tiene respuestas -para concretar mínimamente un programa contra la recesión, el desempleo y la reducción del déficit público; en segundo término, obtuvo un triunfo a seis días de las elecciones, lo que deja poco tiempo de recuperación a su rival. González sometió a una tortura de tercer grado a su retador para que concretase cómo se puede salir de la crisis económica, crear empleo y reducir...

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Felipe González obtuvo ayer una clara victoria en el combate económico televisivo con José María Aznar. La importancia del triunfo es doble. Por una parte, demostró que e líder del Partido Popular no tiene respuestas -para concretar mínimamente un programa contra la recesión, el desempleo y la reducción del déficit público; en segundo término, obtuvo un triunfo a seis días de las elecciones, lo que deja poco tiempo de recuperación a su rival. González sometió a una tortura de tercer grado a su retador para que concretase cómo se puede salir de la crisis económica, crear empleo y reducir el déficit fiscal, mediante la congelación, primero, y la reducción, después, de los impuestos que pagan los españoles. El tema económico principal -déficit público-, en el que el PP podía exhibir una gran diferencia con los socialistas, terminó en un fracaso para Aznar, que intenté escaparse como una liebre del punto de mira de González, sin conseguirlo. El debate económico, pues, permitió al candidato socialista concretar uno de sus principales objetivos: advertir a millones de electores que el voto al PP puede ser un cheque en blanco a la orden de un programa tan algebraico como imposible de enumerar en una serie de medidas sencillas y concretas.El candidato socialista se vio obligado a echar mano de un recurso central que había abandonado en los últimos años de Gobierno: la diferenciación entre derecha e izquierda también en el terreno económico. Al tiempo que desarboló el programa de Aznar, dejando al aire su falta de concreción, González dio la protección social como razón para votarle en una etapa de crisis económica. González, por omisión, no se comprometió a aplicar un programa drástico de recorte del gasto. La reforma del mercado de trabajo fue también terreno de la persecución de Aznar por parte de González. Mientras el candidato socialista avanzó sus compromisos en este punto, su exigencia para que el líder del PP hiciera lo propio no encontró una respuesta más o menos elaborada. También aquí González lanzó una ofensiva sobre Aznar. La retórica de Aznar fue el mejor aliado de González. El único programa de facto que los ciudadanos van a ver en la práctica después del 6 de junio, tanto si gana el PSOE como si lo hace el PP, les- sonará bastante del ministro Carlos Solchaga, iniciado con el decretazo del año pasado. ¡Solchaga ha muerto, viva Solchaga! Si triunfa el PP, Cristóbal Montoro, por ejemplo, lo hará suyo; en caso de ganar los socialistas, Joaquín Almunia, por ejemplo, podría relanzarlo. En cuanto a la reforma fiscal, los socialistas, que ya la abandonaron una vez, no la, asumen; los populares no saben cómo formularla, cuenta habida de sus dificultades actuales, como ha quedado en evidencia estos días en Francia.

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