Cartas al director

Defensor del votante

Al igual que prestigiosos diarios como el que usted dirige, y con una idea similar a la esta blecida en nuestra Constitución en la persona del Defensor del Pueblo, en épocas electorales no nos vendría nada mal una figura como la del ombudsman del votante. Sobre todo en los de bates preelectorales. No es admisible, ya no únicamente: por parte de quienes son injustificadamente desvalorados, sino por parte de los votantes, que cualquiera pueda esgrimir cifras y argumentos que desacrediten constantemente al adversario sin verse en la necesidad de tener que demostrarlos.Se habla últimamente ...

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Al igual que prestigiosos diarios como el que usted dirige, y con una idea similar a la esta blecida en nuestra Constitución en la persona del Defensor del Pueblo, en épocas electorales no nos vendría nada mal una figura como la del ombudsman del votante. Sobre todo en los de bates preelectorales. No es admisible, ya no únicamente: por parte de quienes son injustificadamente desvalorados, sino por parte de los votantes, que cualquiera pueda esgrimir cifras y argumentos que desacrediten constantemente al adversario sin verse en la necesidad de tener que demostrarlos.Se habla últimamente de la televisión basura, que permite y fomenta multitud de programas y actitudes sin ningún rigor; pero ahí la elección directa está en el telespectador, que, con el único esfuerzo y riesgo de apretar un botón, puede cambiar a otra cadena o hasta desconectar el aparato. Lo mismo ocurre en la prensa escrita, donde se opta libre y voluntarial mente por uno u otro medio, dependiendo de la afinidad de cada cual y la confianza que puedan ofrecer. En el caso de que la elección no se decida con el mando a distancia o en el quiosco de la esquina, sino en las urnas, y las consecuencias vayan más allá de unos segundos y se puedan perpetuar hasta cuatro años, habría que establecer esa figura que, en pleno debate entre dos candidatos, pueda demostrar que las informaciones que ofrecen uno y otro son verídicas. Y no mantenernos en este estado actual en el que todo vale y donde el único punto de vista que tiene el elector es la confianza que le puede ofrecer uno sobre otro.

A pesar de todo, incluso de nuestra todavía breve trayectoria democrática, espero que sepamos discernir entre quienes aducen argumentos fáciles y desacreditadores para atraer votos y los que, por lo menos a través de la experiencia, están sabiendo plantear el futuro de una manera más sólida y coherente y, por tanto, creíble-

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