Una anciana muere calcinada en su vivienda

Un monedero vacío, un artículo sobre celulitis a medio leer. Sobre el sofá de Josefa Trives Sáncliez, de 70 años, también quedaron un rizapestañas, artilugios de maquillaje semiagotados... y un sobre del juzgado, quizá anuncio de desahucio. Luego llegaron el fuego, los estallidos de aerosoles... Y la muerte, a pesar de los inútiles intentos de rescate por parte de un vecino: "La cogí y me quedé con su piel en mi mano", explicaba Rubén Abel Laje. Ocurrió ayer de madrugada en la calle de Fundadores, 7, segundo piso, puerta 6.

Rubén se asomaba ayer a su ventana, con vistas a una habita...

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Un monedero vacío, un artículo sobre celulitis a medio leer. Sobre el sofá de Josefa Trives Sáncliez, de 70 años, también quedaron un rizapestañas, artilugios de maquillaje semiagotados... y un sobre del juzgado, quizá anuncio de desahucio. Luego llegaron el fuego, los estallidos de aerosoles... Y la muerte, a pesar de los inútiles intentos de rescate por parte de un vecino: "La cogí y me quedé con su piel en mi mano", explicaba Rubén Abel Laje. Ocurrió ayer de madrugada en la calle de Fundadores, 7, segundo piso, puerta 6.

Rubén se asomaba ayer a su ventana, con vistas a una habitación arrasada por el fuego. "A eso de las cinco y media empezaron a sonar explosiones. Me asomé y vi a la mujer rodeada de llamas. Salté a la viga [que une las dos fachadas del patio] y agarré a la vecina. Tiraba de ella y no podía. La vi quemarse", dice con horror.

En medio de la pesadilla, alguien golpeó en el zaguán. Era el vecino de la puerta 5, semiasfixiado. Las explosiones habían derribado el tabique que separaba su casa de la de Josefa. Horas después, mientras recorre su dañado piso, el hombre insiste: "He vuelto a nacer". "Encima, con el mare mágnum me ha desaparecido la tarjeta de crédito", añade.

A mediodía de ayer, la finca seguía oliendo a humo y hollín. Una vecina describía a la víctima: ""Era una señora mayor. Fumaba como una carretera. Ahora andaba con muletas, porque se había roto algo, pero llevaba el cigarrillo colgado".

No tenía gas

Doña Josefa vivía sola y apenas se relacionaba con los vecinos. Éstos están convencidos de que sobre ella pesaba una orden de desahucio inmediato por impago del alquiler. La mujer recibía una pequeña pensión por ser huérfana de militar.En el piso arrasado, la diminuta cocina da la razón a lo que afirmaban unánimemente los habitantes de la finca: Josefa no tenía gas, ni ciudad ni butano. Se apañaba con un hornillo apoyado sobre una vieja cocina Edesa. No fueron bombonas lo que explotó, sino los gases de los aerosoles que había en la casa, según la policía, que aún no dispone de datos exactos sobre lo ocurrido.

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Tal como explican los bomberos, los aerosoles estallan cuando tienen cerca una fuente de calor. La mujer pudo haberse quedado dormida mientras fumaba: de ahí el incendio, primero, y los estallidos, después.

El cuarto de estar es la pieza menos afectada por las llamas en este piso que no ocupa más de 50 metros cuadrados. Un televisor en blanco y negro preside la sala con vistas a un tejado. Sobre la estantería quedan un perrillo de peluche rosa y un hato de novelas con final más feliz. En el Instituto Anatómico Forense, la propietaria de estos enseres es un cadáver sin nadie que lo reclame.

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