Cartas al director

Bandolerismo

Echar un paquete al buzón de correos se ha convertido en algo tan azaroso para el paquete como los recorridos de la Wells Fargo en el viejo Oeste o atravesar Sierra Morena en tiempos de Carmen. En los últimos seis meses no han llegado a su destino o han llegado desvalijados no menos de seis envíos que se me ocurrió confiar a lo que fue un servicio público un día y hoy más parece una banda de salteadores. No me atrevería a decir tanto si lo extraviado hubieran sido meras cartas; pero de esos seis envíos cuatro contenían libros, uno un vídeo y el otro (ya sé que no se puede meter dinero en los s...

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Echar un paquete al buzón de correos se ha convertido en algo tan azaroso para el paquete como los recorridos de la Wells Fargo en el viejo Oeste o atravesar Sierra Morena en tiempos de Carmen. En los últimos seis meses no han llegado a su destino o han llegado desvalijados no menos de seis envíos que se me ocurrió confiar a lo que fue un servicio público un día y hoy más parece una banda de salteadores. No me atrevería a decir tanto si lo extraviado hubieran sido meras cartas; pero de esos seis envíos cuatro contenían libros, uno un vídeo y el otro (ya sé que no se puede meter dinero en los sobres, pero estaba por medio el pago urgente de una apuesta perdida) un billete de cinco mil pesetas. Demasiada casualidad para no achacarlo al bandolerismo. Bien es verdad que, nada iba certificado, pero es que dada la habitual lentitud e inepcia de los empleados de las estafetas, me podría pasar la vida haciendo colas en ellas si certificara cuanto envío. O Correos toma medidas o que actúe a las claras -para que sepamos a qué atenernos- sugiriendo un nuevo uniforme para sus empleados: patillas en hacha, fajín, navaja y trabuco no serían tal vez mala idea.-

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