Los sonidos del papel

Un aficionado construye el órgano que bosquejó Leonardo da Vinci

Un dibujo y unas pocas líneas escritas al revés por Leonardo da Vinci bastaron para construir un pequeño órgano soñado por el genial italiano y nunca realizado. Joaquín Saura, un organero aficionado de 62 años, ha rescatado el instrumento de un códice de la Biblioteca Nacional de Madrid, y mañana, los melómanos comprobarán en la sala Villanueva del Museo del Prado que los tubos de papel pueden producir música.

"Sólo se ama lo que se conoce", afirma Saura, "y yo aprendí a amar el órgano a medida que supe más cosas sobre él". Ese amor le llevó a bucear en los códices leonardianos -redescu...

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Un dibujo y unas pocas líneas escritas al revés por Leonardo da Vinci bastaron para construir un pequeño órgano soñado por el genial italiano y nunca realizado. Joaquín Saura, un organero aficionado de 62 años, ha rescatado el instrumento de un códice de la Biblioteca Nacional de Madrid, y mañana, los melómanos comprobarán en la sala Villanueva del Museo del Prado que los tubos de papel pueden producir música.

"Sólo se ama lo que se conoce", afirma Saura, "y yo aprendí a amar el órgano a medida que supe más cosas sobre él". Ese amor le llevó a bucear en los códices leonardianos -redescubiertos en la Biblioteca Nacional en 1967- en busca de los inventos musicales del toscano. En una de sus páginas, el sabio renacentista anotó un par de aplicaciones a aparatos musicales del fuelle doble o continuo.El instrumento realizado por Saura resulta de aplicar ese invento al pequeño órgano de brazo que usaban los trovadores medievales. La sala Villanueva del Museo del Prado será testigo mañana, a las ocho de la tarde, del primer concierto público de ese instrumento, dentro del programa de la IV Semana de Música Antigua, organizada por la Comunidad de Madrid. Saura interpretará, acompañado por el pianista burgalés Antonio Baciero, diversas partituras de la época de Leonardo. Los responsables del Museo de la Ciencia y la Técnica de Milán (Italia), que posee una sección dedicada a los inventos del sabio renacentista, se han interesado por tener un ejemplar del nuevo instrumento.

Leonardo ideó un fuelle doble con una sola tapa, de modo que, moviéndola a un lado o a otro, se alternan las operaciones de llenado y vaciado del fuelle. "Además de ser más fácil de manejar que los de los trovadores, tiene más capacidad de aire", explica Saura.

Un papel olvidado

La innovación de Leonardo aparece en el Códice II de la Biblioteca Nacional, titulado De instrumenti harmonici (Sobre los instrumentos armónicos). "Leonardo interrumpe su discurso sobre estática y geometría", dice el organero, "para apuntar una idea que se le ha ocurrido de repente, como era corriente en él".

Junto al dibujo sólo aparecen unas líneas de explicación que, para mayor dificultad, están escritas en grafía "especular": de derecha a izquierda, como reflejada en un espejo. Esta peculiar forma de escribir puede deberse, según los estudiosos, a que Leonardo era zurdo o ambidextro. Lo que no especificó el italiano en su manuscrito lo suplió el español con imaginación y los conocimientos adquiridos durante años de estudio.

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"La extraordinaria capacidad de síntesis de Leonardo consiguió que todos los elementos queden perfectamente integrados", se entusiasma el organero. "El secreto de forma triangular -donde están las válvulas- en caja con el fuelle, que semeja un abanico abierto. Los tubos se colocan en sentido oblicuo para que no tapen la cara del músico", continúa Saura, "pero así ocupan más espacio que en vertical. Leonardo también da solución a esto y propone que se hagan aplastados". Da Vinci dispuso además el teclado en vertical, anticipándose así en tres siglos y medio a los actuales acordeones.

Los órganos que utilizaban los trovadores eran muy pesados porque los tubos por donde sale el aire eran de estaño y plomo. Leonardo propone que se hagan de finas tablillas o de papel, para hacerlos más ligeros. Saura buscó papel hecho a mano para ser fiel a la idea del renacentista, pero se encontró con que del instrumento no salía una nota.

Leonardo no podía haber elucubrado algo irrealizable, pensé Joaquín Saura, dado que era un músico experimentado y conocía a la perfección las técnicas de la época. Por fin dio con la solución. Los tubos debían ser más rígidos: con dos capas de papel pegadas y endurecidas con cola consiguió, tras seis meses de paciencia artesanal y 500 años de olvido, arrancar del papel las notas que imaginó Leonardo.

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