Cartas al director

Católico practicante

Soy un joven de 21 años, católico practicante, y escribo para expresar mi asombro e indignación ante la actitud de algunos miembros de la Iglesia católica.La causa de ello fue lo ocurrido el domingo 22 de noviembre en mi parroquia de Santa María Magdalena, Chamartín. Aquel día acudí a la misa de la una. La ceremonia trancurría normalmente: el coro cantaba con más espíritu que dotes, los fieles habían leído las lecturas, la megafonía fallaba ocasionalmente, cuando en el momento de la Consagración, estando todos en silencio, comenzaron a sonar en el armónium (a cargo de uno de los sacerdotes) lo...

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Soy un joven de 21 años, católico practicante, y escribo para expresar mi asombro e indignación ante la actitud de algunos miembros de la Iglesia católica.La causa de ello fue lo ocurrido el domingo 22 de noviembre en mi parroquia de Santa María Magdalena, Chamartín. Aquel día acudí a la misa de la una. La ceremonia trancurría normalmente: el coro cantaba con más espíritu que dotes, los fieles habían leído las lecturas, la megafonía fallaba ocasionalmente, cuando en el momento de la Consagración, estando todos en silencio, comenzaron a sonar en el armónium (a cargo de uno de los sacerdotes) los acordes del himno español. Todos los presentes quedamos pasmados y comenzamos a mirarnos asombrados unos a otros. Nunca había pasado nada parecido.

Acabada la misa, me enteré de que era costumbre hace ya bastantes años el tocar la Marcha Real en las celebraciones religiosas (por aquello de la cruzada, supongo). Sin embargo, para un joven como yo, que siempre había pensado que Iglesia y Estado debían ser inevitablemente independientes, el hecho no acababa de encajar en mis' esque-

mas. Hasta que caí en la cuenta de que hacía dos días había sido el 20-N, acabóse. Resulta que sin consultar, preguntar ni encomendarse a nadie, habíamos sido testigos de un acto de homenaje póstumo al dictador Francisco Franco. Alucinante.Ayer vi uno de los anuncios de la Iglesia católica para intentar implicar a los creyentes en su financiación, y al leer su lema, "Como Dios manda", no pude evitar acordarme de lo sucedido y sonreír amargamente.- Diego Méndez Carbajo.

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