Fotonoticia:

La 'casa encantada'

Cerca de un centenar de niños gitanos de origen portugués acuden todos los miércoles a las fiestas que se organizan en la casa encantada, como la llaman los menores. Se trata de una de las 50 chabolas que sus padres han construido en una parcela de las inmediaciones de la carretera N-II, en el término de San Fernando de Henares, después de que el río Jarama se desbordara y arrasara en diciembre de 1989 sus casas. Teresa, educadora social del Ayuntamiento, y Silvia y Carmen, voluntarias de Cáritas, han conseguido llevar a los niños un poco de "cultura, a base de afecto y cariño", confies...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Cerca de un centenar de niños gitanos de origen portugués acuden todos los miércoles a las fiestas que se organizan en la casa encantada, como la llaman los menores. Se trata de una de las 50 chabolas que sus padres han construido en una parcela de las inmediaciones de la carretera N-II, en el término de San Fernando de Henares, después de que el río Jarama se desbordara y arrasara en diciembre de 1989 sus casas. Teresa, educadora social del Ayuntamiento, y Silvia y Carmen, voluntarias de Cáritas, han conseguido llevar a los niños un poco de "cultura, a base de afecto y cariño", confiesan. Limpia, con luz y algún mueble que sirve para guardar el material didáctico, la casa encantada "es guapa", decía ayer Víctor, un niño cuyo mayor deseo es irse a vivir a las casas prefabricadas que les prometieron tras la trágica riada. José, un poco más mayor, dibujaba ayer en una de las paredes una casita, símbolo también de sus anhelos; se mostraba seguro al afirmar que de mayor quería pintar y escribir. Tres años después de la riada, más de doscientas personas viven en estas chabolas, rodeadas de chatarra y ratas que ya han mordido a varios niños, informa Javier Barrio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En