Ovación estruendosa en el congreso conservador británico a la propuesta de nuevo tratado europeo

El ministro de Asuntos Exteriores británico, Douglas Hurd, advirtió ayer que "el Partido Conservador puede romperse por Maastrich". Unos minutos antes, la amenaza se había hecho patente en forma de estruendosa ovación a Norman Tebbit, ex presidente tory y ex ministro con Margaret Thatcher, que pedía la negociación de un nuevo tratado para Europa. El congreso conservador vivió una jornada tumultuosa, rematada por una relativa victoria gubernamental. Fue aprobada una moción vagamente europeísta, pero se demostró que John Major encontrará una fuerte resistencia en el Parlamento cuando pida la apr...

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El ministro de Asuntos Exteriores británico, Douglas Hurd, advirtió ayer que "el Partido Conservador puede romperse por Maastrich". Unos minutos antes, la amenaza se había hecho patente en forma de estruendosa ovación a Norman Tebbit, ex presidente tory y ex ministro con Margaret Thatcher, que pedía la negociación de un nuevo tratado para Europa. El congreso conservador vivió una jornada tumultuosa, rematada por una relativa victoria gubernamental. Fue aprobada una moción vagamente europeísta, pero se demostró que John Major encontrará una fuerte resistencia en el Parlamento cuando pida la aprobación del tratado. El primer ministro dijo ayer que sé. sentía "satisfecho y optimista".

El debate sobre política internacional, plato fuerte del primer día de la conferencia conservadora, giró exclusivamente en torno a Maastricht. Y fue, en flemática definición de Douglas Hurd, "un debate ruidoso y apasionado". Hubo mucho ruido, y mucha pasión, cuando lord Tebbit instó al primer ministro a que levantara "la bandera de todos los patriotas de Europa" y diera un portazo al resto de los líderes comunitarios en la próxima cumbre de Birmingham. Tebbit pidió, entre aclamaciones, que Major se negara a hablar de Maastricht en la cumbre y abriera la negociación de un nuevo tratado para el "mercado común europeo", la denominación preferida por los euroescépticos, y acabara con la denostada "burocracia de Bruselas".En previas intervenciones, compromisarios a favor y en contra de Maastricht habían expuesto calurosamente sus argumentos. Los que estaban en contra no se anduvieron por, las ramas: "¡No insulte a nuestra inteligencia, señor Major!", exclamó uno, rebatiendo la tesis gubernamental de que Maastricht supone un paso hacia la descentralización. "¡Queremos una comunidad económica europea, no una comunidad política europea!", dijo otro. Los que estaban a favor basaron su razonamiento en que el Reino Unido, a través de su primer" ministro, se había comprometido ya con Maastricht y no podía dar marcha atrás sin caer en el descrédito, y en que no existían opciones fuera de Europa: "Si no seguimos adelante, nos quedaremos atrás. En ese caso, siempre podremos hacer interesantes negocios con los pingüinos de Port Stanley [la capital de las islas Malvinas]", declaró uno de los procomunitarios.

La amenaza laborista

Cuando le llegó el turno al ministro Hurd, para cerrar el debate, los ánimos estaban caldeados. Hurd empleó la retórica más vigorosa de que fue capaz para advertir que el partido podía romperse si no lograba sellar la división sobre la cuestión europea. Y prosiguió: "Si nos rompemos, perderemos el poder. Y con un Gobierno laborista obtendríamos lo que ni unos ni otros deseamos, un super Estado europeo, federal y centralista". Douglas Hurd proclamó que la oposición a Maastricht constituía "una minoría en el partido". Y la votación final pareció darle la razón: dos de cada tres compromisarios votarán a favor de la moción oficialista, que propugnaba una Europa "abierta y ampliada".

El ministro afirmó que "los principios de subsidiariedad y mínima interferencia por parte de la Comisión Europea serán el espíritu de la cumbre de Birmingham", el próximo día 16. Y anunció que, tras esa cumbre, se imprimirían, al fin, folletos explicativos sobre Maastricht para el público británico. "No contendrán el texto del tratado, sino un breve resumen, y no serán distribuidos por cada casa, sino sólo a quienes lo pidan, porque no se debe derrochar el dinero del contribuyente", dijo, sin el menor asomo de ironía.

Cuando concluyó el debate el presidente del partido, Norman Fowler, hizo una escueta y reveladora declaración: "¡Uf!, ya lo hemos pasado".

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Por la mañana, Fowler intentó llevar a la conferencia a través del túnel del tiempo y situarla en la ya lejana noche del 9 de abril, Cuando la rotunda y sorprendente victoria electoral de John Major hizo enloquecer de entusiasmo a los conservadores. "Septiembre no ha resultado un buen mes, pero abril sí lo fue", arrancó Fowler. Tras unos cuantos minutos de exaltación poselectoral, el presidente hizo una advertencia similar a la posterior de Hurd: "Sea cual sea la discusión, recordad que somos un solo partido. La división y la indisciplina conducen a la derrota". Y, por si el mensaje no estuviera claro, agregó que la unidad debía "demostrarse en todos los terrenos, también en Westminster", en referencia a la previsible rebelión de los euroescépticos en la votación del Parlamento sobre Maastricht.

Antes de la apertura formal se había desarrollado un tibio debate sobre la Carta del Ciudadano, la iniciativa política más querida por John Major. Por entre las florituras verbales, destacó la advertencia de varios alcaldes: si, como propone el Gobierno, se recortan aún más los recursos de los ayuntamientos, el council tax que sustituye al poll tax, tendrá que ser muy oneroso.

Los 'euroescépticos' buscan líder

Los conservadores euroescépticos necesitaban un líder. No un distante objeto de veneración, como Margaret Thatcher, sino alguien en activo y capaz de fajarse en las batallas de cada día.En la conferencia conservadora de Brighton han aparecido no uno sino dos líderes para las huestes anti-Maastricht: el ex ministro del Interior, Kenneth Baker, y el ex presidente del partido y fiel escudero de Thatcher, Norman Tebbit, lord Tebbit.

El primero es diputado en la Cámara. de los Comunes, el segundo pertenece ya a la Cámara de los Lores. Uno y otro se han comprometido a acabar con el Tratado de Maastricht, y ambos son los reyes de los debates marginales de la conferencia.

Tebbit es un ex piloto de British Airways de carácter tozudo y lengua afiladísima, al que' las bases conservadoras asocian con los "buenos viejos tiempos" del thatcherismo. Se trata de una identificación importante para un partido, el tory, con una creciente propensión a la nostalgia. Hay otro elemento sentimental que enaltece a Tebbit: él fue una de las víctimas del atentado de 1984 contra el Grand Hotel de Brighton, el mismo en el que se aloja ahora John Major. Tebbit permaneció durante varias horas atrapado bajo vanas vigas, aferrando la mano de su esposa. El se recuperó, pero ella quedó inválida.

Un hombre inquietante

Kenneth Baker, el hombre que más inquieta a los jefes parlamentarios tories en la Cámara de los Comunes, fue ministro del Interior con John Major hasta las elecciones del pasado 9 de abril. Tras la victoria, el primer ministro Major se desprendió de él. Y Baker, del que se había hablado hace años como posible sucesor de Thatcher, se dedica desde su despido a morder el talón de Aquiles del primer ministro, el Tratado de Maastricht.

Kenneth Baker es un excelente parlamentario y, pese a su tendencia a la pedantería y a la impertinencia ocasional, cuenta con carisma y con partidarios.

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