Cartas al director

Nacionalismos

Me identifico plenamente con el artículo de Ramón de España Fiesta en un país normal, publicado en EL PAÍS. Me agrada su tono jocoso y desenfadado. Contrasta con un gran número de escritores nacionalistas, donde los objetivos principales parecen ser el reafirmar públicamente el patriotismo del articulista y, como bien apunta Ramón de España, el "reivindicar las diferencias". Por supuesto, siempre a favor...En todas partes cuecen habas y en todas partes hay bueno y malo, brillante y mediocre. Lo que no se debe hacer es ignorar o menospreciar otras culturas para resaltar y ensalzar la pro...

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Me identifico plenamente con el artículo de Ramón de España Fiesta en un país normal, publicado en EL PAÍS. Me agrada su tono jocoso y desenfadado. Contrasta con un gran número de escritores nacionalistas, donde los objetivos principales parecen ser el reafirmar públicamente el patriotismo del articulista y, como bien apunta Ramón de España, el "reivindicar las diferencias". Por supuesto, siempre a favor...En todas partes cuecen habas y en todas partes hay bueno y malo, brillante y mediocre. Lo que no se debe hacer es ignorar o menospreciar otras culturas para resaltar y ensalzar la propia. Lo único que consiguen esos patriotas que pretenden hacer patria es crear antagonismos, rechazo y desunión. Iñaki Galarraga, en un agudo artículo publicado ese día en esta sección, puntualizaba: "La reina Sofía no declaró preocuparle el auge de los nacionalismos en Europa. Simplemente respondió: me preocupa la desunión".

Al igual que Iñaki Galarraga, nací en San Sebastián. Amo el País Vasco, que me ha dado mis raíces y mi identidad. Me siento igualmente español y europeo. Pero ante todo me siento miembro de este pequeño planeta que vaga por la inmensidad del universo.

En los últimos nueve años he dedicado unos ocho meses al año a viajar o, mejor dicho, a perderme por el mundo. Por todas partes tengo conocidos y auténticos amigos. Me siento hermanado con muchos de esos seres, no por haber nacido en el mismo lugar, ni por ser de su misma nacionalidad, color, religión, lengua, posición, cultura... Nos hermana únicamente la calidad humana de nuestros corazones que palpitan acompasados.

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El mundo tiende a conocerse, hermanarse, unirse. Por ello, los nacionalismos separatistas me parecen irracionales, utópicos, baldíos... Quiero precisar que no me avergüenzo de esos etarras que matan vil y cobardemente a seres inocentes. No me avergüenzo, pues nada tienen que ver conmigo. No tenemos nada en común: ni ideas, ni realizaciones. Los desprecio y los repudio como vulgares asesinos. No son mis hermanos. Mis auténticos hermanos de raza, la raza humana, están diseminados por todo el mundo.-

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