Tribuna:

No es miedo, es precaución

Operadores, inversores e instituciones se preguntan en qué consistirán los nuevos sacrificios económicos anunciados por Solchaga el pasado sábado. Se intuye, en cualquier caso, que sean cuales sean, no beneficiarán a quienes compran y venden acciones. Y así, con mucha precaución, la bolsa se limitó ayer a dejar pasar el día. Se compró y se vendió lo inevitable. Lo justo. Lo urgente. Lo comprometido. El mensaje de tranquilidad lanzado a los mercados por los ministros de Finanzas comunitarios el pasado fin de semana quedó en segundo plano.Aquí, influye más lo que dice Solchaga. Y Solchaga dio a ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Operadores, inversores e instituciones se preguntan en qué consistirán los nuevos sacrificios económicos anunciados por Solchaga el pasado sábado. Se intuye, en cualquier caso, que sean cuales sean, no beneficiarán a quienes compran y venden acciones. Y así, con mucha precaución, la bolsa se limitó ayer a dejar pasar el día. Se compró y se vendió lo inevitable. Lo justo. Lo urgente. Lo comprometido. El mensaje de tranquilidad lanzado a los mercados por los ministros de Finanzas comunitarios el pasado fin de semana quedó en segundo plano.Aquí, influye más lo que dice Solchaga. Y Solchaga dio a entender que el apretón económico de septiembre puede parecer, en breve, una caricia. Como consecuencia, la Bolsa de Madrid, frente al relativo buen comportamiento del resto de mercados europeos, optó por descontar con suavidad las malas nuevas. Sin estridencias. Sin apresuramientos. Sin negocio. Sin referencia de Nueva York -que celebró la fiesta del trabajo- y casi sin ganas.

Los bancos y la constructoras sufrieron por la preocupación que embarga al dinero. Tras las significativas subidas de la semana anterior, fueron los sectores más castigados por las realizaciones. El índice perdió 86 centésimas. Desganadamente, con precaución.

Archivado En