NECROLÓGICAS

Muere Cándido, mesonero mayor de Castilla

Ya nunca volverá a sentarse delante de la puerta de su "estado dentro del Estado franquista" el que fue oficiante singular de los fogones del mesón Cándido de Segovia. Anteayer por la tarde falleció, al cabo de un proceso de insuficiencia renal, en su ciudad, Segovia, cuando ya había cumplido los 88 años. Este martes, a las once de la mañana, se celebrará un funeral en la iglesia parroquial de San Millán, antes de que sus restos reciban cristiana sepultura en el cementerio del Santo Ángel segoviano. Con Cándido desaparece una suerte de gloria nacional de los judiones de La Granja y otros manja...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ya nunca volverá a sentarse delante de la puerta de su "estado dentro del Estado franquista" el que fue oficiante singular de los fogones del mesón Cándido de Segovia. Anteayer por la tarde falleció, al cabo de un proceso de insuficiencia renal, en su ciudad, Segovia, cuando ya había cumplido los 88 años. Este martes, a las once de la mañana, se celebrará un funeral en la iglesia parroquial de San Millán, antes de que sus restos reciban cristiana sepultura en el cementerio del Santo Ángel segoviano. Con Cándido desaparece una suerte de gloria nacional de los judiones de La Granja y otros manjares de la tierra. Hace justo 20 años, bajo el portal de su reconocido restaurante, a la vera del acueducto, el mesonero mayor de Castilla, medalla de oro al mérito a la hostelería, discurría sobre el futuro porque nosotros lo solicitamos. "Dice usted que qué voy a hacer con tanta fotografía en las paredes ilustrando a Franco y a su régimen; es muy fácil, si es necesario, las cambio por otras llegado el día, pero no será necesario". Por Cándido pasó toda la sociología de la era franquista, con Orson WeIles y Hemingway a la cabeza. Cándido fue un personaje total en su mundo, al estilo castellano del cielo alto, la tierra baja y el lechazo y el cochinillo como heraldos de la raza. Durante varios quinquenios, El Pardo, con Franco dentro, estaba en su sitio, y Cándido, en el suyo. Era otro poder, y sigue siéndolo, aunque ya en el mundo de los ordenadores.

Archivado En