Reportaje:

A golpes por la vIda

Urtáin pasó de levantador de piedras a campeón de Europa

La historia de José Manuel Ibar, Urtáin, dos veces campeón de Europa de los pesos pesados, no es nueva. Responde a las mismas claves de éxito y fracaso que han padecido otros. Creció en una familia humilde y sin cultura, alcanzó rápidamente el éxito y el dinero, se rodeó de lujo y amigos que no lo eran, lo perdió todo y acabó con un final trágico. Es un argumento tristemente repetido.José Manuel Ibar Azpiazu nació el 14 de mayo de 1943 en Urtáin, un caserío de Cestona (Guipúzcoa) del que heredó su hombre de guerra. Era el mismo de su padre, un levantador de piedras que sacó rentabilidad...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La historia de José Manuel Ibar, Urtáin, dos veces campeón de Europa de los pesos pesados, no es nueva. Responde a las mismas claves de éxito y fracaso que han padecido otros. Creció en una familia humilde y sin cultura, alcanzó rápidamente el éxito y el dinero, se rodeó de lujo y amigos que no lo eran, lo perdió todo y acabó con un final trágico. Es un argumento tristemente repetido.José Manuel Ibar Azpiazu nació el 14 de mayo de 1943 en Urtáin, un caserío de Cestona (Guipúzcoa) del que heredó su hombre de guerra. Era el mismo de su padre, un levantador de piedras que sacó rentabilidad de las apuestas, una de las cuales, paradójicamente, acabó con su vida cuando José Manuel tenía tan sólo 16 años.

Más información

El mayor de nueve hermanos, Urtáin tuvo que contribuir a sacar adelante a su familia y decidió emular a su padre como levantador de piedras. Se hizo enseguida popular. Nadie podía con tanto peso -a los 21 años levantó quince veces en doce minutos una de 188 kilos- Tal era su superioridad que se quedó sin gente contra la que apostar. Fue entonces cuando llegaron Isidro Etxebarria y Lizarazu y le propusieron que se dedicara al boxeo. Se creó el mito del superhombre. El Morrosko, el Tigre de Cestona, contaba 25 años.

Su historia tenía un antecedente cercano. Treinta años antes, Italia había fabricado un producto similar en la figura de Primo Carnera, un gigante de dos metros que levantaba pesas en un circo. La cuidadosa elección de los rivales y una larga serie de sobornos llevaron a Carnera hasta el título mundial. Su sucesor, Max Baer, acabó con el mito infligíendole una paliza.

Urtáin repitió el mismo guión. Sus 31 primeras peleas las ganó por K. O., incluida la que le supuso su primer título europeo de los pesos pesados -luego lo perdió y volvió a ganarlo- ante Peter Weyland, pero todas ellas estuvieron rodeadas de polémica y ensombrecidas por los amaños: "Debo admitir", confesó Urtáin tras su retirada, "que, al principio y también con mi carrera ya avanzada, los rivales estaban preparados". Daba igual. En poco tiempo se convirtió en un símbolo para los aficionados y consiguió ganar mucho dinero.

Después de trasladarse a Madrid -una de las causas por las que se fue al traste su matrimonio- llegó el combate que le marcó seriamente. El británico Henry Cooper, el primer boxeador que había tirado sobre la lona al mítico norteamericano Cassius Clay, le arrebató en un combate violentísimo su cinturón de campeón. "Aquel tipo me dio el puñetazo más duro que he recibido jamás", comentó Urtáin. Además, su representante, Umberto Branchini, se llevó toda la bolsa.

Poco a poco, el mito se fue desmoronando. El dinero se -le escapó velozmente de las manos y los amigos que le rodearon en los tiempos de éxito le abandonaron. Tras su retirada, probó fortuna en negocios de hostelería, como relaciones públicas de una sala de fiestas y como deportista de catch. Todo le falló.

Archivado En