Tribuna:

Metástasis

El cuerpo es una especie de apartamento por el que al final de la vida ha pasado más gente que por la habitación de un hotel. El problema es que hay más identidades que cuerpos, de manera que cuando se queda uno libre aparecen siete conciencias dispuestas a ocuparlo. De hecho, lo normal es que en un solo cuerpo convivan varias identidades, lo mismo que un piso puede ser compartido por diferentes familias. El nivel de ocupación de los cuerpos es, pues, muy alto; por eso somos tan contradictorios, porque somos varios.Ahora hay bastantes personas que están fuera de sí y que han dejado al marchars...

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El cuerpo es una especie de apartamento por el que al final de la vida ha pasado más gente que por la habitación de un hotel. El problema es que hay más identidades que cuerpos, de manera que cuando se queda uno libre aparecen siete conciencias dispuestas a ocuparlo. De hecho, lo normal es que en un solo cuerpo convivan varias identidades, lo mismo que un piso puede ser compartido por diferentes familias. El nivel de ocupación de los cuerpos es, pues, muy alto; por eso somos tan contradictorios, porque somos varios.Ahora hay bastantes personas que están fuera de sí y que han dejado al marcharse un espacio vacío -o libre, según se mire- que les va a costar mucho recuperar. La gente que está fuera de sí parece tan activa porque se persigue todo el rato para intentar llenarse de sí misma. Ignoran que una vez que se sale del territorio corporal, aunque sea un momento, es muy dificil volver, por lo que decíamos antes de la escasez de cuerpos en relación al número de identidades en activo.

Hay, Sin embargo, organismos que transmiten la impresión de estar habitados por una sola personalidad. Este fenómeno se da más en los cuerpos de derechas que en los de izquierdas. Pensemos, por ejemplo, en políticos como Fraga, que, aunque están llenos de otros, parecen estar llenos de sí mismos porque la homogeneidad de los ocupantes es muy alta. El beato Escrivá, por el contrario, tuvo que compartir su.. cuerpo con un sujeto vanidoso, autoritario, sediento de honores: su! antítesis. Este desgarro es más propio de los cuerpos de izquierdas. Eligio Hernández se salió de sí de gozo cuando le nombraron fiscal y debió de ocuparle el organismo uno de la extrema derecha. Claro que lo de este hombre, a la vista de cómo está el patio, parece, más que una ocupación, una metástasis.

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