A la sombra de Benetton

Desde que comenzaron las negociaciones para la compra de Intelhorce por parte de las empresas Benservice y Benorbe, Giovanni Orefici -el encargado de llevar el peso de las mismas con Patrimonio- siempre apareció como una persona a la sombra de Luciano Benetton, el presidente del imperio textil italiano que lleva su apellido. Hasta la fecha, sin embargo, la relación no ha estado lo suficientemente clara. El hecho es, en cualquier caso, que la venta de Intelhorce se hizo en la creencia de que el grupo Benetton estaba detrás de la familia Orefici.Giovanni Orefici, suscribió, a través de Benorbe, ...

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Desde que comenzaron las negociaciones para la compra de Intelhorce por parte de las empresas Benservice y Benorbe, Giovanni Orefici -el encargado de llevar el peso de las mismas con Patrimonio- siempre apareció como una persona a la sombra de Luciano Benetton, el presidente del imperio textil italiano que lleva su apellido. Hasta la fecha, sin embargo, la relación no ha estado lo suficientemente clara. El hecho es, en cualquier caso, que la venta de Intelhorce se hizo en la creencia de que el grupo Benetton estaba detrás de la familia Orefici.Giovanni Orefici, suscribió, a través de Benorbe, el 70% de Intelhorce, mientras que Paolo Mario Orefici, a través de Benservice, el 30%. La operación contempló el compromiso por parte de la Administración de suscribir una ampliación de capital por valor de 5.870 millones de pesetas que suponen el saneamiento financiero de la sociedad para inversiones. Este importe tendría que ser utilizado por los compradores de acuerdo al siguiente calendario: 1.870 millones de manera inmediata; 1.500 millones entre julio de 1990 y julio de 1991; otros 1. 500 millones entre julio de 1991 y julio de 1992, y los últimos 1.000 hasta julio de 1993. Estas cantidades podrían ser utilizadas siempre que se hayan efectuado las inversiones en igual cantidad a los fondos dispuestos con la correspondiente auditoría.

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Los compradores, por su parte, se obligaron a aportar, posteriormente, 2.000 millones en tres plazos (700, 700 y 600 millones) a partir de junio de 1991 y por periodos de un año que se ingresarían en el Tesoro Público y que quedaron garantizados por la aseguradora Fianzas y Crédito. También se comprometieron a mantener la titularidad de las acciones durante cuatro años y a no presentar expediente de regulación de empleo en tres.

Las inundaciones ocurridas en la empresa por el crecimiento del río Guadalhorce supusieron que la empresa tuviese que echar mano de todos los fondos antes de tiempo. Por otra parte, los compradores sólo desembolsaron 500 millones del capital comprometidos. Mientras, la sociedad elevaba sus pérdidas, de manera que los 1.677 millones de 1989 han ascendido a 6.098 en sólo dos años, con previsiones de superar los 7.500 el presente ejercicio.

Es el sino de una empresa que por cada metro de tela que fabrica pierde 100 pesetas. Pero cerrarla es un coste social muy alto en una provincia que ha sufrido muchos recortes laborales en sus grandes empresas (Ercros, Fujitsu, por ejemplo). En Intelhorce, tras el recorte de 742 personas, la plantilla se ha ajustado y ahora trabajan unas 700 personas. No se pierde la esperanza de que encuentre la rentabilidad. Por eso, seguramente, Patrimonio ha vuelto a buscar un comprador

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