España mantiene su línea lamentable

¡Qué desastre de partido! La frase, pronunciada a la salida del encuentro, resume el desencato que supuso ayer en Sevilla el juego de la selección,- y eso pese a la victoria contra el débil conjunto albanés. España ofreció la cara más apática de su juego, casi tan apática como el carácter de su seleccionador Vicente Miera.Jugó tan mal que terminó escuchando pitos desde la grada, algo inaudito en la afición de Sevilla. El equipo de Miera fue incapaz de romper la serenidad de su rival, que mejoró técnicamente sus -últimos enfrentamientos frente a los jugadores españoles. El esperanzador 1...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

¡Qué desastre de partido! La frase, pronunciada a la salida del encuentro, resume el desencato que supuso ayer en Sevilla el juego de la selección,- y eso pese a la victoria contra el débil conjunto albanés. España ofreció la cara más apática de su juego, casi tan apática como el carácter de su seleccionador Vicente Miera.Jugó tan mal que terminó escuchando pitos desde la grada, algo inaudito en la afición de Sevilla. El equipo de Miera fue incapaz de romper la serenidad de su rival, que mejoró técnicamente sus -últimos enfrentamientos frente a los jugadores españoles. El esperanzador 1-0, conseguido por Míchel a los dos minutos de juego, pareció dar pie a una nueva goleada pero la realidad fue otra y este resultado se mantuvo hasta pasada la hora de juego en el marcador. Sólo un penalti de Strakosha a Bakero enderezó un poco el rumbo del partido y el promedio de goles, que sin duda servirá al final del torneo gracias al tercer gol de Hierro.

Más información

La actuación frente al rival más débil del grupo en el que España deberá conseguir su plaza para el Mundial de EE UU presagia un mal futuro para la selección en sus próximos enfrentamientos fuera de casa ante la nueva selección de Letonia y ante la de Irlanda del Norte.

España inició el encuentro con velocidad, sorprendiendo a un reconstruido conjunto albanés, que hasta minutos antes del partido dudaba aún de la conformación del once inicial.

La suerte tampoco se hizo de rogar y con el primer disparo a puerta de Vizcaíno, Míchel enviaba a la red el rechace del poste de la portería albanesa.

A partir de ahí el conformismo y la apatía se apoderaron de la selección. España abusé del pase corto y de la diversidad de opciones que para circular el balón de un lado a otro de la frontal de área propiciaban los albaneses. Claro que los balcánicos tienen piernas como los españoles y aunque inferiores técnicamente no son niños de teta. El balón acababa siempre perdido en pases interiores hacia un desafortunado Manolo o peor aún, hacia un desastroso Butragueño que por primera vez en su vida fue abroncado y silbado por el público de Sevilla.

Poco a poco el conjunto albanés, dirigido por el veterano centrocampista Demollari, comenzó a mostrar al público que las derrotas por goleada sirven como aprendizaje. Albania desplegó a rachas un fútbol cómodo, con salidas controladas desde su zona media con buenos apoyos, e incluso con detalles de un manejo técnico destacable en el desplazamiento en, largo del balón, que llegaron a desconcertar en ocasiones a una defensa hispana despreocupada de las marcas.

El descanso no sirvió para mejorar el espectáculo. España sentía su superioridad y los jugadores asimilaron ese sentimiento bajando el ritmo, jugando al paso e intentando sorprender con disparos desde fuera del área. Sólo Míchel por la derecha y Goikoetxea -el mejor ayer- se salvaron de la quema. El resto ni se preocupaba en ocasiones por llegar a rematar los centros de los carrileros y se limitaban a esperar el rechace de la defensa albanesa para, de nuevo, intentar un tiro lejano.

Albania si mejoró por contra su juego. Barbullushi y Kuslita tuvieron en su poder la opción del empate, sobre todo este último. Una falta lanzada por Demollari le dejó sólo ante Zubizarreta para cabecear el balón en franquía. Su remate salió finalmente desviado a la derecha ante el susto de la parroquia.

Sin soluciones

Desde el banquillo tampoco se apuntaron soluciones para enderezar el juego de la selección. A Vicente Miera sólo se le ocurrió retirar a Manolo y dar entrada a Bakero, ante el descontento de la grada que suplicaba la sustitución de Butragueño. Justo cuando al pichichi de la liga se le acababa de anular un gol.

El resultado obtenido fue que el juego pivoteaba entonces sobre el centrocampista del -Barcelona, que servía paredes para los intentos fallidos y lejanos de Hierro, Vizcaíno o Amor. Sólo la tenacidad y un leve arranque de coraje Bakero provocó la opción del penalti de Strakosha, que Míchel transformó en el 2-0.

Albania siguió contagiando el ritmo cansino que le interesaba para salir airoso del encuentro y España parecía desear que el suizo Muhmenthaler pitara el final del partido.

La sustitución de Michel' acabó enfadando al madridista, uno de los más críticos con la actuación de España tras el encuentro. Para consuelo queda que Hierro, con su racha goleadora de esta temporada, acreditó su puntería y resolvió un barullo en el área albanesa a cinco minutos del final para disimular con el 3-0 el fracaso del juego de España.

Archivado En