Cartas al director

Los festejos españoles

Viajo en el tren que parte desde Madrid con destino a Ciudad Real y dejo atrás paisajes de páramos verdes salpicados de flores amarillas que forman mosaico con las tierras de labranza manchegas. Voy leyendo EL PAÍS con fecha del 24 de marzo y me encuentro con la columna firmada por Joaquín Vidal en la que hace referencia a las fiestas españolas, y comienza así: "El país arde en fiestas y más que va a arder". El articulista taurómaco hace alusión al abono taurino sevillano que comenzará el Domingo de Resurrección "con 28 corridas como mil soles". Yo, en particular, soy amiga de las festividades...

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Viajo en el tren que parte desde Madrid con destino a Ciudad Real y dejo atrás paisajes de páramos verdes salpicados de flores amarillas que forman mosaico con las tierras de labranza manchegas. Voy leyendo EL PAÍS con fecha del 24 de marzo y me encuentro con la columna firmada por Joaquín Vidal en la que hace referencia a las fiestas españolas, y comienza así: "El país arde en fiestas y más que va a arder". El articulista taurómaco hace alusión al abono taurino sevillano que comenzará el Domingo de Resurrección "con 28 corridas como mil soles". Yo, en particular, soy amiga de las festividades, tanto religiosas como paganas, pero me duele, a mí y a mucha gente, que siempre tienda a mezclarse lo religioso con los festejos con animales en los que casi siempre éstos son víctimas de las más atroces salvajadas. Me encantan las fiestas, pero, por ejemplo, me amarga que el 24 de junio por la noche, para celebrar el solsticio de verano, tenga lugar en Coria el toro de San Juan.

Esto consiste en que durante el día se bombardea al pobre toro con dardos fabricados a mano por las monjas de clausura de la Orden de San Francisco de Asís, santo bien conocido por su amor hacia los animales. Después, cuando el toro está agonizando tras recibir puntillazos, la gente salta sobre él para cortarle los testículos en vivo en medio de un charco de sangre.

Esto, en presencia de niños, en los que sus mentes o bien quedarán marcadas para siempre por el horror de la sangre taurina o ya se acostumbrarán a contemplar estos espectáculos como quien ve el programa de Barrio Sésamo.

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Hace unos días, el Congreso presentaba una propuesta de ley nacional para la defensa de los animales, que pretendía poder evitar esta clase de barbaries. El Congreso entero lo apoyaba, pero como el PSOE votó en contra de dicha propuesta, que había sido presentada por el Partido Popular, todo el proyecto se fue a pique.

Creo que se va a volver a presentar la ley, que excluye la prohibición de las corridas de toros, si bien evita otros festejos sangrientos con vaquillas, cabras, patos, etcétera. Por favor, seamos más humanos, y ya que estamos en el mítico 92, tengamos la fiesta en paz.-

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