Las encuestas atribuyen a los laboristas una cómoda mayoría absoluta

Los conservadores lucharán a la desesperada en la última semana de la campaña electoral británica. Tres encuestas publicadas ayer concedían entre cuatro y siete puntos de ventaja a los laboristas, suficientes para obtener una cómoda mayoría absoluta, y pronosticaban un importante trasvase de votos conservadores hacia los liberal-demócratas. Norman Tebbit, ex presidente del partido tory, admitió ayer a la BBC que Ia gente prefiere un Gobierno fuerte, aunque sea laborista, a un Gobierno sin mayoría en el Parlamento", y añadió que las cosas se habían puesto muy difíciles".Tanto las encuest...

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Los conservadores lucharán a la desesperada en la última semana de la campaña electoral británica. Tres encuestas publicadas ayer concedían entre cuatro y siete puntos de ventaja a los laboristas, suficientes para obtener una cómoda mayoría absoluta, y pronosticaban un importante trasvase de votos conservadores hacia los liberal-demócratas. Norman Tebbit, ex presidente del partido tory, admitió ayer a la BBC que Ia gente prefiere un Gobierno fuerte, aunque sea laborista, a un Gobierno sin mayoría en el Parlamento", y añadió que las cosas se habían puesto muy difíciles".Tanto las encuestas como los técnicos en publicidad echan la culpa del declive conservador en el mal estado de la economía y en la campaña errabunda y negativa desarrollada por el partido. El primer ministro, John Major, imprimió un rotundo giro en su línea de actuación electoral el pasado fin de semana: abandonó las reuniones íntimas y los mítines para incondicionales, y salió a la calle armado con un megáfono y una caja de madera, que hará de plataforma. "Se acabaron los mensajes negativos: ahora vamos a olvidamos de los laboristas y a explicar nuestro proyecto político", dijo. "La caja de madera irá conmigo a todas partes hasta el día 9 de abril", añadió.

Major, orador callejero

Efectivamente, Major se ha convertido en un sorprendente orador callejero, capaz de discutir con los transeúntes y de improvisar frases ingeniosas. Pero el público no ha entendido el súbito cambio: de la noche a la mañana, Major el estadista bondadoso se transformó en Major el agitador de la esquina. El primer ministro no parece encabezar un partido con mayoría absoluta y 13 años de mandato ininterrumpido, sino un grupo marginal sin expectativas de victoria. Neil Kinnock, en cambio, ha asumido el papel del político moderado: "Aunque obtengamos la mayoría absoluta, nuestro programa estará tan cargado de sentido común que partidos como el liberal-demócrata y otros se sentirán dispuestos a apoyarnos", dijo el lunes el líder laborista.

En el cuartel general conservador se celebró ayer una nueva reunión de emergencia para revisar, por enésima vez, la línea de la campaña. "Si no estuviéramos tan cansados, quizá habría pánico", respondió un portavoz del partido a la pregunta de cómo se habían encajado los resultados de las encuestas.

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Todo parece indicar que Major y Michael Heseltine, los dos pesos pesados tories, volverán a los discursos negativos, atacando ferozmente a Neil Kinnock y presentándole como un hombre incapaz de gobernar el Reino Unido.

Margaret Thatcher se ha ido a EE UU y no volverá a Londres hasta pasadas las elecciones. En sus últimas intervenciones públicas exhibía una sospechosa sonrisa, como si disfrutara secretamente de las desdichas del grupo que forzó su caída.

Sintomáticamente, la casa de apuestas William Hill ha empezado a aceptar dinero (25 a 1) sobre un posible retorno de Margaret Thatcher al liderazgo tory. Michael Heseltine, el hombre más directamente responsable de su dimisión, sigue siendo, sin embargo, el más plausible candidato a suceder a John Major en caso de que los conservadores se sienten en el lado derecho de la Cámara de los Comunes, es decir, en los bancos de la oposición.

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