Tribuna:

Recetas para el éxito

Si hablamos de fútbol, todo es posible. Un mismo diagnóstico, por ejemplo, puede aconsejar tratamientos distintos, incluso opuestos. Los dos pueden resultar exitosos a condición de que se crea en ellos.Partamos de una conclusión: el jugador es un hombre inseguro y metido en escena (nervios, presión, fatiga ... ), tiene miedo. En tales situaciones busca amparo en aquello que más conoce. Por eso es tan dificil que un futbolista aprenda a usar su pierna inhábil cuando es profesional. Durante la semana tiene que ganarse el puesto, y el domingo hay mucha gente, así que le conviene resolver situacio...

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Si hablamos de fútbol, todo es posible. Un mismo diagnóstico, por ejemplo, puede aconsejar tratamientos distintos, incluso opuestos. Los dos pueden resultar exitosos a condición de que se crea en ellos.Partamos de una conclusión: el jugador es un hombre inseguro y metido en escena (nervios, presión, fatiga ... ), tiene miedo. En tales situaciones busca amparo en aquello que más conoce. Por eso es tan dificil que un futbolista aprenda a usar su pierna inhábil cuando es profesional. Durante la semana tiene que ganarse el puesto, y el domingo hay mucha gente, así que le conviene resolver situaciones con el pie en el que más confía. Al otro pie, el mudo, no le dan ni la oportunidad de mejorar.

Marcelo Bielsa es un entrenador argentino de 36 años, estudioso y entregado a la causa del fútbol. Benito Floro, de 38 años, trabaja en España con gran sentido pedagógico. Tienen otras coincidencias, además de la generacional: una frustrada carrera futbolística, una temprana vocación para la enseñanza y éxito profesional. No se conocen entre sí. Los dos saben que aquella tendencia a la cobardía es característica común de los jugadores de cualquier parte, pero le dieron soluciones distintas.

Benito Floro, que tiene la costumbre de pensar, practica con el Albacete lo que ya se conoce como ataque organizado. Dentro de un equipo que respeta mucho las posiciones se trata de reservarle al balón un itinerario previsto. El hombre que entra en contacto con el balón puede atender a su inspiración o elegir una de las varias opciones precalentadas en los entrenamientos. Coartado por la responsabilidad competitiva, el jugador suele escapar al riesgo de lo desconocido y busca auxilio en el guión previsto. En realidad, le pone la técnica al cerebro del entrenador.

Marcelo Bielsa conduce la joven plantilla del Newells Old Boys, de Rosario, con los ojos agrandados por la pasión al fútbol. Quiere que los jugadores razonen por sí mismos, por lo que se niega a darles un mecanismo en el que puedan meterse cómodamente dentro. Para que no se refugien en automatismos programa siempre entrenamientos distintos y los anima a pensar acercándoles viejos y universales conceptos.

Bielsa fue campeón argentino con su equipo, y Floro no deja de sorprender con el suyo. No pretendo cuadrar una opinión entre opciones antagónicas, sino probar, desde el medio de ideas lejanas, que el éxito en el fútbol tiene mil recetas. Eso sí, el entrenador sólo debe creer en una, y con ella seducir a sus jugadores.

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