Ocho toneladas de hachis decomisadas en Barcelona iban a financiar milicias libanesas

La policía sospecha que las ganancias de las casi ocho toneladas de hachís decomisadas el pasado 15 de marzo en Barcelona iban a ir a manos de una milicia libanesa que opera en el valle de la Bekaa. Los investigadores han descubierto un nuevo método de trabajo de los narcos: importar y exportar la droga utilizando sociedades legales, que sirven también como tapadera de las actividades delictivas.

El contacto de la organización en España era un industrial que en sus ratos libres trabajaba como utillero, del Conquense, un equipo de balonmano de la División de Honor. Inspectores del Grupo ...

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La policía sospecha que las ganancias de las casi ocho toneladas de hachís decomisadas el pasado 15 de marzo en Barcelona iban a ir a manos de una milicia libanesa que opera en el valle de la Bekaa. Los investigadores han descubierto un nuevo método de trabajo de los narcos: importar y exportar la droga utilizando sociedades legales, que sirven también como tapadera de las actividades delictivas.

El contacto de la organización en España era un industrial que en sus ratos libres trabajaba como utillero, del Conquense, un equipo de balonmano de la División de Honor. Inspectores del Grupo I del Servicio Central de Estupefacientes iniciaron las investigaciones al descubrir que una persona llamada Francisco Millán Cano estaba realizando operaciones de importación y exportación a través de Carlo Gianni, SA, y Data Hard, empresas legalmente constituidas. Lo que llamó la atención a los agentes es que en España no existe nadie llamado Francisco Millán Cano.Los encargados de las pesquisas comprobaron más tarde que las citadas empresas carecían de sede social y que su administrador general, el tal Millán, operaba a través de una empresa de recogida de mensajes, a la que acudía de vez en cuando para revisar la correspondencia. El hombre inexistente resultó ser, en realidad, Francisco Antonio Parra España, nacido en Melilla hace 48 años.

La semana pasada, los policías supieron que una consignataria de Barcelona estaba tramitando la recepción de 18 contenedores de papel para reciclar, que llegarían al puerto de Barcelona a bordo de un buque de bandera griega. Al ser descargada la mercancía, los aduaneros descubrieron que uno de los contenedores escondía en su interior -ocultos entre paquetes de papel- un gran número de sacos de hachís libanés. La droga, junto con el resto del cargamento, iba a ser trasladada a una nave que la organización había alquilado en la calle de Pau Picasso en Polinyá (Barcelona).

En la nave se encontraron 20 toneladas de virutas de plástico, entre las que iba a ser presuntamente camuflado el hachís para ser exportado a Holanda por ferrocarril, a través de la firma Data Hard, según la investigación. La policía ha fijado su atención ahora en una operación anterior de importación de libros procedentes de Colombia. Parra utilizó para realizarla otra empresa bajo su control.

Pesquisas en Holanda

El Servicio Central de Estupefacientes tiene sospechas de que una buena parte de las ganancias procedentes del tráfico de hachís sería destinado a sufragar una milicia libanesa que actualmente opera en el valle de la Bekaa. Paralelamente, Interpol realiza pesquisas para localizar en Holanda a los miembros de la organización que tenía previsto distribuir la droga en ese país.El método supuestamente empleado por los narcos en España -consistente en operar mediante empresas constituidas legalmente y adquiridas a otras personas a bajo precio- revela la constante evolución de los procedimientos para eludir a la policía. El hachís libanés es más caro que el marroquí y más suave, porque contiene menos principio activo. Según la policía, éste es el preferido en los Países Bajos y el norte de Europa. En España, el más consumido es el marroquí, que se puede encontrar a bajo precio.

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La policía cree que la tripulación del buque griego que llegó a Barcelona fue enrolada en Chipre -después de que otros marineros cargasen el papel en Grecia y se desviaran a Líbano para embarcar el hachís- lo que explica que los marineros desconociesen que transportaban droga.

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