Tribuna:

Manguitos

Los partidos de la oposición exigen que haya un control de los caudales públicos y, según el vicepresidente del Gobierno, lo que quieren en realidad es recuperar la figura del interventor con manguitos, al objeto de paralizar la Administración.Un poco retrasado de noticias está el vicepresidente del Gobierno. Los últimos manguitos que hubo en la Administración debieron verse allá por los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, y además los interventores del Estado no solían usarlos.

Los interventores eran gente principal, generalmente de porte distinguido, e infundían un respeto imp...

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Los partidos de la oposición exigen que haya un control de los caudales públicos y, según el vicepresidente del Gobierno, lo que quieren en realidad es recuperar la figura del interventor con manguitos, al objeto de paralizar la Administración.Un poco retrasado de noticias está el vicepresidente del Gobierno. Los últimos manguitos que hubo en la Administración debieron verse allá por los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, y además los interventores del Estado no solían usarlos.

Los interventores eran gente principal, generalmente de porte distinguido, e infundían un respeto imponente. Los altos cargos de la Administración les temían. Si -pongamos por caso- un director general pretendía realizar un proyecto faraónico y aduciendo la perentoria necesidad de las obras se las encomendaba, por ejemplo, a la famosa empresa Piernas Hermanos, SA, lo más probable era que el interventor le desbaratara la operación.

Cuando llegaban a la intervención las facturas, el interventor pegaba un bote en la silla, exclamaba "¡un momento, que la están peinando!" y se las devolvía al director general unidas a un documentado escrito donde, tras recordar que, según la ley, las adjudicaciones de las obras del Estado han de hacerse por concurso, le comunicaba que de allí no salía ni un duro.

El director general se quejaba entonces de que el interventor le estaba paralizando su faraónico proyecto y a los hermanos Piernas (SA) les iba a dar un infarto, pues veían que se les escapaba el contrato del siglo. Sin embargo, la correcta adminis," tración de los caudales públicos quedaba garantizada.

Y todo eso lo hacían los interventores sin necesidad de ponerse manguitos. El vicepresidente del Gobierno puede estar tranquilo.

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