Tribuna:

Parejas

La pareja es un extraño animal bicéfalo de costumbres en general privadas, si bien suele manifestarse de manera más abierta en estas fechas navideñas, entre nubes de polvorones y surtidores de champaña barato; por lo que se recomienda a los zoólogos que aprovechen la ocasión para estudiar el bicho.Hay parejas, por ejemplo, de natural exhibicionista y mangoneante. Llegan a las fiestas familiares empujando ante sí un rebaño de crías, futuras parejitas que aún no están en sazón y que se pasan la noche pateando espinillas. Estas gentes son quienes más comen y más hablan. Dictaminan dónde debe sent...

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La pareja es un extraño animal bicéfalo de costumbres en general privadas, si bien suele manifestarse de manera más abierta en estas fechas navideñas, entre nubes de polvorones y surtidores de champaña barato; por lo que se recomienda a los zoólogos que aprovechen la ocasión para estudiar el bicho.Hay parejas, por ejemplo, de natural exhibicionista y mangoneante. Llegan a las fiestas familiares empujando ante sí un rebaño de crías, futuras parejitas que aún no están en sazón y que se pasan la noche pateando espinillas. Estas gentes son quienes más comen y más hablan. Dictaminan dónde debe sentarse cada cual y opinan con igual rotundidad de los vinos de la cena y de las vidas ajenas. Son insufribles.

Hay parejas que, por el contrario, son del género ceñudo y arrugado. Desde que llegan, parecen estar malhumorados, como si arrastraran sobre sus hombros un desaire tan antiguo como el mundo. Apenas si hablan, y cuando lo hacen sueltan frases crípticas del tipo de "claro, como vosotros siempre os habéis cogido los pedazos más grandes de las tartas...", todo dicho con mucho retintín y un amplio despliegue de miradas aviesas.

Hay otras parejas que están más desunidas. Las hay tan desamoradas y desatentas que la mujer puede regalarle al marido una caja de puros, por ejemplo, sin recordar que el hombre no fuma. O parejas tan envenenadas y perversas que el esposo obsequie a su señora con una inmensa caja de bombones, a sabiendas de que la mujer es un ballenato y está a dieta. Y aún hay, en fin, parejas más raras, capaces de lanzarse una mirada de complicidad por encima del plato de besugo: un chispazo de reconocimiento y recuerdos comunes. ¿Hay de verdad cariño en estas criaturas o sólo necesidad y rutina? Enigmática realidad la de estas bestias.

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