Capablanca

Cuentan que el cubano José Raúl Capablanca, campeón mundial de ajedrez en los años veinte, ni siquiera tenía un tablero en casa para entrenarse y raramente estudiaba o se entrenaba. Su talento latino era tan apabullante que era capaz de enfrentarse sin problemas a los cabezacuadradas de los países fríos, que estudiaban y analizaban voluntariosamente lo que Capablanca resolvía en un abrir y cerrar de ojos. Era un maestro de lo inesperado, y su especialidad eran los finales. Si lograba llegar al final de la partida en una posición aceptable, remataba a su contrincante sin piedad.El final ...

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Cuentan que el cubano José Raúl Capablanca, campeón mundial de ajedrez en los años veinte, ni siquiera tenía un tablero en casa para entrenarse y raramente estudiaba o se entrenaba. Su talento latino era tan apabullante que era capaz de enfrentarse sin problemas a los cabezacuadradas de los países fríos, que estudiaban y analizaban voluntariosamente lo que Capablanca resolvía en un abrir y cerrar de ojos. Era un maestro de lo inesperado, y su especialidad eran los finales. Si lograba llegar al final de la partida en una posición aceptable, remataba a su contrincante sin piedad.El final de la partida anual en la Bolsa de Barcelona también ha sido favorable y algo inesperado. El tirón de Wall Street -un lugar que quizá Capablanca visitó en la agitada época del crash de 1929- se notó en el parqué barcelonés, cuyo índice marcó al final de la sesión un alza de más de cinco puntos. La tendencia a los ajustes de cartera antes de fin de año favoreció asimismo la buena marca del mercado. Si levantara la cabeza, seguro que José Raúl Capablanca se sentiría satisfecho de esta pirueta bolsística para vencer a última hora las bajas registradas durante todo el año.

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