Tribuna:

Pobres

Nunca se han cotizado tan bajo los pobres como ahora. Ciertamente, los pobres siempre han sido pobres, es decir, gente rota, marginada y de poquísimo lustre. Pero en otras épocas de la historia han tenido algunas funciones sociales específicas, cierta utilidad e incluso un prestigio.,Recuérdese, por ejemplo, que durante muchos siglos los pobres fueron un estupendo instrumento de salvación. Los señores feudales les sacaban las mantecas a sus siervos y los patronos del siglo XIX explotaban a sus obreros hasta dejarles hechos cisco, pero luego señores y patrones siempre podían repartir unos cuant...

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Nunca se han cotizado tan bajo los pobres como ahora. Ciertamente, los pobres siempre han sido pobres, es decir, gente rota, marginada y de poquísimo lustre. Pero en otras épocas de la historia han tenido algunas funciones sociales específicas, cierta utilidad e incluso un prestigio.,Recuérdese, por ejemplo, que durante muchos siglos los pobres fueron un estupendo instrumento de salvación. Los señores feudales les sacaban las mantecas a sus siervos y los patronos del siglo XIX explotaban a sus obreros hasta dejarles hechos cisco, pero luego señores y patrones siempre podían repartir unos cuantos cobres a los mendigos y, zas, tan relimpios y redimidos de conciencia que se quedaban. Si no llega a ser por los pobres-pobres, los pobres ricos se hubieran ido todos de patitas al infierno.

Los pobres también han sido la mar de útiles en el pasado para componer ideologías. Demagogos ilustres se han llenado la boca y los bolsillos declamando sobre ellos, por ejemplo. Y durante muchos años la mitad del mundo pensó que los parias de la Tierra, bien agrupados en la lucha final, nos traerían a la postre la felicidad y la justicia. Los pobres, ya lo he dicho, tuvieron sus momentos de gloria.

Pero ahora se han roto los sueños del espíritu, que eran las creencias religiosas, y los de la carne, que eran las reivindicaciones comunistas. Ya no hay mala conciencia, ni cristiana ni social. Puestos a no haber, ni siquiera hay infierno. Todo esto viene a cuento porque he leído qué este año morirán de hambre en el mundo 15 millones de personas; y que en España hay cuatro millones de individuos extremadamente miserables. Pero, claro, a quién le importa hoy ese batallón de anónimos mugrientos. Estando como estamos con la tripa tan llena y la cabeza tan vacía, no se puede pensar en los mendigos.

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