Cartas al director

Borregos silenciosos

Un cine cualquiera de Leganés, un sábado tormentoso. Ultima sesión. Película: El silencio de los corderos. Comienza la proyección. A los 10 minutos se va la luz. Llegan desde el fondo de la sala las disculpas de un acomodador: "Es por la tormenta". Inmediatamente, vuelve la luz. Inmediatamente, vuelve a irse. Pero esta vez la banda sonora continúa. Podemos oír cómo el doctor Hannibal Lecter relata a una, imaginamos, estupefacta agente Clarice Starling con qué gusto se comió el hígado de una persona, acompañado de habas y un vasito de chianti. Cuando la proyección recobra la normalidad, ...

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Un cine cualquiera de Leganés, un sábado tormentoso. Ultima sesión. Película: El silencio de los corderos. Comienza la proyección. A los 10 minutos se va la luz. Llegan desde el fondo de la sala las disculpas de un acomodador: "Es por la tormenta". Inmediatamente, vuelve la luz. Inmediatamente, vuelve a irse. Pero esta vez la banda sonora continúa. Podemos oír cómo el doctor Hannibal Lecter relata a una, imaginamos, estupefacta agente Clarice Starling con qué gusto se comió el hígado de una persona, acompañado de habas y un vasito de chianti. Cuando la proyección recobra la normalidad, la agente Clarice ha salido ya del psiquiátrico. Comienzan las protestas, y comienza nuestro asombro cuando comprobamos que sólo 14 de cerca de 100 espectadores pedimos una explicación; cuando, de esos 14, sólo cuatro pedimos el libro de reclamaciones, que, por cierto, no existía; cuando...Pero eso, dentro de la gravedad, no fue lo que más nos dolió. Lo peor fue ver cómo a los que se quedaron en la, sala les gustaba tanto el cine como a nosotros Ay, qué calor.

¡Hasta cuándo el silencio de los borregos!-

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Leganés, Madrid.

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