Valeri y Chamilya van a clase

Un grupo de sindicalistas soviéticos asiste a un seminario de UGT en busca de un modelo a seguir

Cuando escucharon que ningún funcionario del Estado fue despedido al pasar de la dictadura de Franco a la democracia rompieron a aplaudir y a los más entusiastas se les escapó algún "¡bravo!". Cuando supieron que a los funcionarios cercanos al régimen se les apartó de los órganos de decisión, asintieron con la cabeza dando a entender que lo comprendían., Trece sindicalistas de diez repúblicas soviéticas acudieron durante la semana pasada a un seminario sobre El Modelo Sindical de la UGT. Estaban hambrientos de respuestas a sus preguntas sobre cómo adaptarse a una futura democracia en un...

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Cuando escucharon que ningún funcionario del Estado fue despedido al pasar de la dictadura de Franco a la democracia rompieron a aplaudir y a los más entusiastas se les escapó algún "¡bravo!". Cuando supieron que a los funcionarios cercanos al régimen se les apartó de los órganos de decisión, asintieron con la cabeza dando a entender que lo comprendían., Trece sindicalistas de diez repúblicas soviéticas acudieron durante la semana pasada a un seminario sobre El Modelo Sindical de la UGT. Estaban hambrientos de respuestas a sus preguntas sobre cómo adaptarse a una futura democracia en un sistema capitalista.Estaban invitados quince, pero vinieron trece. Algunos de repúblicas ya independientes como Loenid (Bielorrusia) o Jamid (Azerbaidjan). Todos aterrizaron en España con el propósito de reciclarse. Y con ese ánimo acudieron a la Escuela Sindical Julián Besteiro. Su organización, la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Cultura de la URSS, era dependiente del ahora prohibido PCUS. Eso ya pasó a la historia.

Con tres millones de trabajadores afiliados, la mayoría de ellos funcionarios, uno de los grandes problemas de esta federación es afrontar y sobrevivir a la explosión de sindicatos independientes que está teniendo lugar por todos los rincones de las repúblicas. Quieren intentar mantener lo más unido posible al movimiento sindical -aunque en su federación ya se han producido importantes bajas como las de Armenia, Georgia y los hoy ya Estados independiente! de Estonia, Letonia y Lituania.

Ahora que la afiliación no es obligatoria "tenemos que explicar a la gente por qué necesita un sindicato, buscar motivaciones para que se afilien", declara Inna Naumenko, presidenta de la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Cultura (FSTC). De ahí que la primera lección del seminario la diera Antón Saracibar, secretario confederal de organización, convertido en profesor. Inna, la presidenta, explica que eligieron la UGT y no CC 00 "porque nos parece que, en la etapa que estamos atravesando, es mejor dirigirnos hacia el estilo socialdemócrata".

En tierra de nadie

Esa federación se encuentra en tierra de nadie, todavía no está conformado el nuevo parlamento, hay un gobierno de transición, y no les queda más remedio que seguir trabajando casi a ciegas. "Es bastante difícil predecir ahora mismo el futuro de los sindicatos. Pero todos tenemos una idea común: la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores", señala Jamid Abbasov, presidente del sindicato de la Cultura en Azerbaidjan.No saben cómo actuar en el campo de la acción sindical. "Tenemos que estudiar las prácticas dentro de la pluralidad de formas de propiedad, porque hasta ahora sólo temenos una, la estatal", comenta Inna. Desconocían también las relaciones tripartitas entre sindicatos, empresarios y Gobierno y no tienen muy clara la diferencia entre comité de empresa y sección sindical.

Resolver algunos de esos interrogantes ha costado a los compañeros de UGT un millón y medio de pesetas. Inna y sus camaradas parten ahora para Moscú cargados de papeles, dispuestos a afrontar una tarea dura y, sin duda, histórica.

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