Los pequeños productores de crudo alertan sobre una caída de los precios en 1992

Lo que parecía una negociación simple y resuelta desde el principio, ya que no se trataba más que de hacer oficial el volumen de producción de la OPEP (23,6 millones de barriles diarios en el mes de agosto), se prolongó durante casi tres días. Reunidos en las habitaciones de la delegación venezolana, los 12 ministros (todos menos Ecuador) intentaban ponerse de acuerdo sobre incluir o no a Irak y Kuwait en el techo de producción para el próximo trimestre.

El acuerdo final del pasado miércoles, que implica la subida del techo oficial de 22,3 MBD (millones de barriles al día) a 23,6, acomo...

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Lo que parecía una negociación simple y resuelta desde el principio, ya que no se trataba más que de hacer oficial el volumen de producción de la OPEP (23,6 millones de barriles diarios en el mes de agosto), se prolongó durante casi tres días. Reunidos en las habitaciones de la delegación venezolana, los 12 ministros (todos menos Ecuador) intentaban ponerse de acuerdo sobre incluir o no a Irak y Kuwait en el techo de producción para el próximo trimestre.

El acuerdo final del pasado miércoles, que implica la subida del techo oficial de 22,3 MBD (millones de barriles al día) a 23,6, acomodaba en apariencia las aspiraciones de los pequeños productores de crudo que siempre defienden la subida del precio (Argelia, Indonesia, Nigeria y Libia). Oficializar el actual nivel de producción conseguirá, con la llegada del invierno, presionar los precios del petróleo al alza. Precios que se han ido encareciendo y que el mes pasado alcanzaron una media de 18,38 dólares (uno por debajo del brent), aunque lejos todavía del objetivo de 21 dólares acordado.Sin embargo, el ministro argelino, Ait Loussine, un día después de la reunión declaró estar muy preocupado por las consecuencias del acuerdo cuando se tengan que negociar recortes a medida que se recuperan las producciones de Irak y Kuwait a mdiados de 1992. Loussine advirtió sobre el derrumbe de precios que puede producirse si los grandes productores se resisten a ese ajuste.

En la práctica, es Arabia Saudí la más beneficiada. El superproductor de la OPEP (suministra el 36% del petróleo del cartel) avisó desde el primer momento sobre su intención de mantener su cuota de 8,5 MBD, al margen de lo que decidieran sus socios. Su ministro, Hisham Nazer, prefería establecer el techo en 24,5 MBD para ajustarse a las previsiones de demanda de los analistas occidentales.

La arrogancia del ministro saudí, Hisham Nazer, llegó hasta tal punto que incluso amenazó, durante la interminable reunión del miércoles, con abandonar la organización si no se atendían sus peticiones. En contra de lo que reza el comunicado final, Arabia Saudí no quería Incluir las producciones de Irak y Kuwait en el techo de 23,65 MBD, porque exigiría recortes en su producción. Estos dos países pueden exportar, según sus respectivos ministros, hasta un millón y 215.000 barriles, respectivamente. De hecho, y según declaró un alto cargo, hay un entendimiento tácito, impuesto por la resistencia de Arabia Saudí a bajar su producción, de que estos barriles se añadan a los 23,65 millones.

Un mercado boyante

Nazer, decidido a defender su actual producción por encargo directo del Rey Fahd, recalcó, una vez terminada la reunión, que su país produciría tanto como demande el mercado, que "está boyante ahora mismo", y dejaba así la puerta abierta a nuevos aumentos. El mercado mundial del petróleo mueve 32 billones de pesetas al año.Irán ha sido el principal contrincante de Arabia Saudí. La prioridad del país fundamentalista, enormemente endeudado, es subir el precio restringiendo la producción. Para ello exige que Irak y Kuwait se acomoden mediante un recorte sustancial de la producción saudí, y se ofrecía a recortar la suya propia. Su ministro, Golarnreza Agazadeh, habló incluso de regresar a las cuotas de Julio de 1990, cuando Arabia Saudí producía 5,4 millones. La vuelta al sistema de cuotas, interrumpidas en agosto de 1990 tras la invasión iraquí de Kuwait, es uno de los aspectos pendientes de negociar, y que provocará enfrentamientos.

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