15 heridos en el segundo encierro de Móstoles

Quince personas resultaron heridas ayer por la mañana en el segundo encierro taurino de las fiestas de Móstoles. Unos 10.000 espectadores presenciaron ayer las carreras de los mozos, lo que supuso un récord de asistencia. Durante más de tres horas, mozos y astados estuvieron recorriendo las calles acotadas para el festejo.

De los 15 heridos, seis tuvieron que recibir asistencia sanitaria en el hospital General de Móstoles, tres de ellos por asta de toro y tres a causa de diversas contusiones motivadas por las caídas.

Los toros y los cabestros mostraron una evidente querencia ...

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Quince personas resultaron heridas ayer por la mañana en el segundo encierro taurino de las fiestas de Móstoles. Unos 10.000 espectadores presenciaron ayer las carreras de los mozos, lo que supuso un récord de asistencia. Durante más de tres horas, mozos y astados estuvieron recorriendo las calles acotadas para el festejo.

De los 15 heridos, seis tuvieron que recibir asistencia sanitaria en el hospital General de Móstoles, tres de ellos por asta de toro y tres a causa de diversas contusiones motivadas por las caídas.

Los toros y los cabestros mostraron una evidente querencia por el portón de salida, lo que hacía difícil arrastrar a los animales hasta el lugar donde concluía el encierro.

Ni las carreras ni las incitaciones de los mozos fueron capaces de hacer arrancar a uno de los toros hasta el corral. En esta situación, los organizadores sacaron a la calle un camión para lograr llevar al astado hasta el patio de las antiguas escuelas, lugar donde finalizaba el recorrido. Esta decisión pudo provocar algún grave incidente, ya que tanto el toro como los mozos, en algunos momentos, vieron cortada su carrera, teniendo que hacer verdaderos alardes y requiebros para esquivar al toro que les perseguía y al camión que se encontraba delante de ellos.

A pesar de la larga duración de este encierro, la actuación de los mozos con el último toro, el más reacio a ser encerrado, no fue excesivamente dura, e incluso los mozos retiraban de la calzada a aquellas personas en las que se observaba que iban más cargadas de alcohol.

La imposibilidad de encerrar a este último toro obligó a apuntillarle en la misma calle, lo que deslució unos festejos que el día anterior sobresalieron por la escasez de incidencias y de percances ocurridos.

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