Reportaje:LA RONDA

Tolerantes años 20

Quizá un disfraz de payaso no sea el más apropiado para una fiesta sobre la llamada Belle Epoque. Ni tampoco la obra, ambientada en 1895, Sublime decisión, del dramaturgo madrileño Miguel Mihura. Pero, ni esto ni los modernos telescopios que también se han instalado en el recinto de La Muralla Árabe -escenario de este recorrido por el Madrid de los años 20- parecen importar al público que durante más de tres horas come y bebe mientras ve un divertido sainete y que aprovecha los entreactos para ponerse a la cola de las cuatro profesionales que leen las manos y las cartas."Buscamos...

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Quizá un disfraz de payaso no sea el más apropiado para una fiesta sobre la llamada Belle Epoque. Ni tampoco la obra, ambientada en 1895, Sublime decisión, del dramaturgo madrileño Miguel Mihura. Pero, ni esto ni los modernos telescopios que también se han instalado en el recinto de La Muralla Árabe -escenario de este recorrido por el Madrid de los años 20- parecen importar al público que durante más de tres horas come y bebe mientras ve un divertido sainete y que aprovecha los entreactos para ponerse a la cola de las cuatro profesionales que leen las manos y las cartas."Buscamos épocas que sean atractivas por su música y su vestuario", dice Antonio Guirau, director del Centro Cultural de la Villa y de este espectáculo. "Queremos sacar al teatro del encorsetamiento habitual para así atraer a la gente joven. Este tipo de espectáculo informal es un buen comienzo que luego conduce a la sala", añade Guirau.

El año pasado, dedicado al barroco, se representó La dama boba, de Lope de Vega. Este año es la obra de 1955 Sublime decisión, de Miguel Mihura, protagonizada por la actriz Emma Ozores. Junto a ella trabajan, entre otros, Luis Barbero, Alberto Fernández y Queta Claver.

Pero en este evento el teatro está encima y debajo del escenarío. Un domador, una cantante, una manifestación de pioneras feministas y un voceador de noticias son, entre otros, los personajes que animan la fiesta con textos escritos por Alberto Miralles. Además: un librero con revistas, postales y libros de la época, un orfebre, una pintora y las cuatro mujeres que leen el futuro en las manos o en las cartas.

Quizás sean éstas mujeres las más solicitadas. Y aunque al principio la gente duda, pronto las colas comienzan a formarse. "Yo vine ayer, pero comenzó la obra y no me dió tiempo a que me echaran el tarot", comenta Margarita Bueno, "así que he vuelto hoy", añade esta mujer, de 47 años.

El recinto tiene una capacidad para 1.200 personas, de las que aproximadamente 200 tienen la posibilidad de disfrazarse. Los trajes de los años 20 no son demasiados, así que entre las plumas y los bañistas típicos de esa época se mezclan, entre otros, presidiarios, bañistas, mujeres medievales, soldados rusos y franceses,que sorprendentemente no pasan calor porque en este lugar corre un aire ligeramente fresco.

Este año la novedad está en dos telescopios. Uno para contemplar planetas y otro para poder ver cielo profundo. Gracias a ellos es posible ver los cráteres de la luna y alguna nebulosa.

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Todo esto con el estómago lleriode supuestos manjares de la Belle Epoque, que curiosamente recuerdan a los del año pasado, dedicado al barroco. Pero esto no parece enfadar a un público que lo único que quieren es pasar un buen rato al aire libre en este recinto que abre sus puertas a las 9.30,una hora antes del comienzo de la obra de Mihura, y que se cierra aproximadamente a la una de la madrugada.

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