Cartas al director

Ciclistas en Suiza

Haciéndome eco de sendas cartas, publicadas el pasado 17 de junio en EL PAIS, de Mario Aransay y Fernando Fernández, relativas a los ciclistas en la ciudad, he tenido la curiosidad de salir a pasear al objeto de observar cuál es aquí el respeto hacia los ciclistas. Y efectivamente he quedado prendado de ese comportamiento.Aparte de que en muchísimas calles hay carriles para las bicicletas, es que aquí los ciclistas circulan con total despreocupa ción. No a lo loco, entendámonos, sino sin miedo. Saben, o eso pienso yo, que no solamente son respetados, sino protegidos por los ciudadanos automovi...

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Haciéndome eco de sendas cartas, publicadas el pasado 17 de junio en EL PAIS, de Mario Aransay y Fernando Fernández, relativas a los ciclistas en la ciudad, he tenido la curiosidad de salir a pasear al objeto de observar cuál es aquí el respeto hacia los ciclistas. Y efectivamente he quedado prendado de ese comportamiento.Aparte de que en muchísimas calles hay carriles para las bicicletas, es que aquí los ciclistas circulan con total despreocupa ción. No a lo loco, entendámonos, sino sin miedo. Saben, o eso pienso yo, que no solamente son respetados, sino protegidos por los ciudadanos automovilistas. Quizá por el simple hecho de ser ciudadanos o quizá porque en al gún momento ellos también son ciclistas o paseantes. Yo no soy ciclista; paseante y automovilista-

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