El 85% de los vendedores de la ONCE respaldó huelga, según los sindicatos

La ilusión de todos los días hizo huelga ayer. Ochenta y cinco de cada 100 vendedores de cupón, según los sindicatos convocantes, secundaron la jornada de paro en las grandes ciudades. La Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) denunció la acción de piquetes y restó importancia al conflicto que surge cuando su batalla con el Gobierno sigue abierta por el mismo motivo del paro: el abono cupón. Sin embargo, hay otra causa más honda para la rebelión de los bastones blancos: Se sienten marginados del imperio económico que ellos contribuyen a forjar. El sorteo correspondiente a la jornada ...

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La ilusión de todos los días hizo huelga ayer. Ochenta y cinco de cada 100 vendedores de cupón, según los sindicatos convocantes, secundaron la jornada de paro en las grandes ciudades. La Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) denunció la acción de piquetes y restó importancia al conflicto que surge cuando su batalla con el Gobierno sigue abierta por el mismo motivo del paro: el abono cupón. Sin embargo, hay otra causa más honda para la rebelión de los bastones blancos: Se sienten marginados del imperio económico que ellos contribuyen a forjar. El sorteo correspondiente a la jornada de ayer se desarrolló normalmente.

La jornada de huelga fue "un éxito", según las organizaciones convocantes, UGT y CC OO. "Han parado unos 5.000 vendedores, o sea en torno al 85%, en Madrid, Barcelona, Alicante y Valencia. Se han sumado, con incidencia algo menor, los de Almería, Granada y Segovia", afirmaba a media mañana de ayer el responsable de UGT, Inocencio Rial.También ante la sede de la delegación territorial, en la madrileña calle Prim, otro miembro del comité de huelga, Alberto Astarloa -CC OO-, daba cifras algo más abultadas: cerca de 7.000 huelguistas. En toda España hay 22.500 vendedores.

Piquetes

Por su parte, la ONCE aseguró que los empleados retiraron la mayoría de los cupones y sólo el 5% secundó la huelga general. Además, anunció la presentación de denuncias ante los juzgados por "la actuación violenta de piquetes, muchos de ellos ajenos a los trabajadores de la organización". "Eran meramente informativos", contrarrestaban los representantes sindicales que denunciaban los intentos de la dirección de "reventar" la huelga. Como prueba de ello esgrimían la nota pública del director administrativo de la delegación de Madrid, José Ignacio Rodríguez. En ella se denunciaban situaciones de coacción, se ofrecía respaldo jurídico y material para quienes no quisieran parar y se advertía de los descuentos en las retribuciones que sufrirán los huelguistas.Por su parte, la ONCE difundió un duro comunicado. "Sólo con prácticas intimidatorias y coactivas estos sindicatos minoritarios [CC OO y UGT] han podido dificultar la venta normal del cupón y del abono semanal en algunas ciudades, precisamente por tratarse del colectivo de los vendedores, que por su minusvalía son especialmente sensibles a estas prácticas violentas", afirmaba. Tres objetivos centraron la protesta que amenaza con aumentar.

Para el sábado está convocada una manifestación nacional en la plaza de Colón y se prepara nueva jornada de huelga para el 4 de junio. El sindicato mayoritario, Unión de Trabajadores de la ONCE -UTO-, no respalda el conflicto.

Los vendedores piden la retirada del abono cupón, de carácter semanal, con un precio de 600 pesetas. Argumentan que con él pierden dinero ya que les deja un 10% de comisión frente al 15% que proporciona el cupón diario, cuya venta aseguran que ha disminuído. Además de solicitar la suspensión del sorteo los viernes festivos, los vendedores piden un plan de pensiones, capitalizado por la ONCE, que complemente y mejore los derechos de previsión social. Ahí se deberían emplear "los 67.000 millones sobrantes del pago de la integración en la Seguridad Social", según CC OO. Esta entrada da lugar a la última reivindicación, que los vendedores coticen por el máximo para obtener mayores pensiones.

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Ayer por la mañana, decenas de ciegos se concentraron ante la sede territorial de la madrileña calle Prim. Discutían apasionadamente la situación. Los ánimos se encrespaban cuando Enrique Guillén, que se refugiaba dentro para vender cupones, salía con las tiras a la calle. "Yo creo que el abono-cupón perjudica, pero no es el momento de hacer huelga", argumentaba entre gritos de "esquirol". "Lo que de verdad queremos es que la ONCE no sea un banco más del país, sino que atienda sus fines sociales", terciaba el vendedor Saturnino Mayoral, 38 años de experiencia. A su alrededor, todos asentían.

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