Evgen Bavcan

El fotógrafo ciego expone sus trabajos en Almería

Evgen Bavcan casa con naturalidad y decisión hechos tan incompatibles a priori como ser ciego y fotógrafo. Sus ojos quedaron sin luz en sendos y sucesivos accidentes sufridos a los 11 años en sus montañas natales de Eslovenia (Yugoslavia), provocados por la rama de un árbol, que le dejó tuerto, y la explosión de una mina abandonada, que le convirtió en ciego. La fatalidad no le ha impedido emprender la asombrosa carrera de la fotografía, cuyos resultados muestra estos días en la exposición Imagina de Almería.Llegó a París solo, con 17 años, y allí se quedó en una Ciudad Luz que n...

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Evgen Bavcan casa con naturalidad y decisión hechos tan incompatibles a priori como ser ciego y fotógrafo. Sus ojos quedaron sin luz en sendos y sucesivos accidentes sufridos a los 11 años en sus montañas natales de Eslovenia (Yugoslavia), provocados por la rama de un árbol, que le dejó tuerto, y la explosión de una mina abandonada, que le convirtió en ciego. La fatalidad no le ha impedido emprender la asombrosa carrera de la fotografía, cuyos resultados muestra estos días en la exposición Imagina de Almería.Llegó a París solo, con 17 años, y allí se quedó en una Ciudad Luz que nunca ha visto. "He tocado la torre Eiffel, me he subido varias veces y la he retratado", explica sonriente.

Dice que los ciegos buscan la luz como los niños cuando el tren entra en un túnel, y que la vida le ha dado la vista interior del mundo. Un fotógrafo ciego tiene que ser alguien un tanto especial, como Evgen Bavcan, que sabe cuándo una foto le ha salido bien antes de que su habitual colaborador esloveno le diga si ha salido como la había imaginado. Su búsqueda se sitúa más allá de la evidencia. "Mis fotos son frágiles, nunca las he visto, pero sé que existen, algunas de ellas me han llegado muy adentro". Su ceguera le salva del bombardeo visual que sufrimos los videntes, le protege de una visualidad excesiva que no echa de menos. Es el "azar desnudo", un cierto ánimo quijotesco que le lleva a fotografiar guiándose por los sonidos, las percepciones y las intuiciones de lo que le rodea.

A sus 45 años, se dispone a rodar su primera película, dedicada a la descripción verbal de las grandes obras de la pintura. Es una idea que le viene de su afición a visitar el Louvre acompañado por un amigo que le cuenta los caravaggios y los rubens. Cuando fotografia desnudos femeninos, uno de sus temas predilectos, advierte la incomodidad de las modelos. "A las mujeres les gusta que las miren. Yo sólo las toco, aunque sólo algunas veces".

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