Cartas al director

Después de la guerra

Hace ya algún tiempo que, cuando oía hablar al Gobierno, lo oía como algo lejano a mí, lejano a los miles de españoles que un día lo votamos creyendo realmente que aquí iba a cambiar algo, que íbamos a tener un Gobierno socialista de verdad, en fin, que iba a ver una gran diferencia entre un Gobierno conservador y el que nosotros, llenos de confianza, habíamos votado.El fraude ha sido total, casi me atrevería a decir traumático. No exagero. Y esto lo digo con todo el pesar de mi alma, pues hay ocasiones en que me resulta tristísimo ver cómo actúa este Gobierno socialista y no log...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Hace ya algún tiempo que, cuando oía hablar al Gobierno, lo oía como algo lejano a mí, lejano a los miles de españoles que un día lo votamos creyendo realmente que aquí iba a cambiar algo, que íbamos a tener un Gobierno socialista de verdad, en fin, que iba a ver una gran diferencia entre un Gobierno conservador y el que nosotros, llenos de confianza, habíamos votado.El fraude ha sido total, casi me atrevería a decir traumático. No exagero. Y esto lo digo con todo el pesar de mi alma, pues hay ocasiones en que me resulta tristísimo ver cómo actúa este Gobierno socialista y no logro comprenderlo.

Volviendo al principio, hace tiempo que lo vengo viendo como algo lejano, pero es que desde los acontecimientos del Golfo lo veo con tanta desfachatez, tanta hipocresía, tanta sumisión ante el señor Bush, tan insignificante, en una palabra, que, después de los años, he llegado a apagar la radio cada vez que habla el señor Fernández Ordóñez. Apago la radio porque, sencillamente, no lo soporto. ¿Saben ustedes desde cuándo no me ocurría eso de quitar la radio cuando hablaba el Gobierno? Pues sí, desde los tiempos aquellos en que había un señor que siempre empezaba sus discursos diciendo: "Españolitos todos...".

Tampoco puedo dejar de recordar determinada marca de discos, donde se ve un gramófono y al lado un perro dulce y sumiso. La voz de su amo creo que se llama, ¿no?

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Con su pan se lo coman, pero a partir de ahora espero que no sea con nuestros votos.-

Bilbao.

Archivado En