El coste económico de la unidad alemana se convierte en pesadilla para el Gobierno de Bonn

Bonn no ha podido esconder más tiempo el precio de la unificación. Las cifras de los presupuestos de este año, que el Gobierno debe presentar el día 20, indican que el déficit público se sitúa en 69.580 millones de marcos (cerca del medio billón de pesetas), aumentando en un 43% respecto al anterior ejercicio. El gasto público aumenta en un 1% hasta 399.700 millones de marcos. Parece ya seguro que el impuesto sobre el valor añadido (IVA) subirá un punto. El superávit de la balanza de pagos de la antigua Alemania Occidental ha sido también víctima de los tiempos, reduciéndose un 31,6%.

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Bonn no ha podido esconder más tiempo el precio de la unificación. Las cifras de los presupuestos de este año, que el Gobierno debe presentar el día 20, indican que el déficit público se sitúa en 69.580 millones de marcos (cerca del medio billón de pesetas), aumentando en un 43% respecto al anterior ejercicio. El gasto público aumenta en un 1% hasta 399.700 millones de marcos. Parece ya seguro que el impuesto sobre el valor añadido (IVA) subirá un punto. El superávit de la balanza de pagos de la antigua Alemania Occidental ha sido también víctima de los tiempos, reduciéndose un 31,6%.

"El sueño de 1990 acabó. El 1991 empieza a parecerse a una pesadilla", comentaba ayer el periódico económico alemán ,Handelsblatt. Alemania ha cambiado por la unificación. Pese a todo, sigue siendo el mayor exportador mundial, pero la demanda de bienes de consumo por parte de los ciudadanos de la antigua RDA ha sustituido una gran parte de las exportaciones.

Las dimensiones futuras del precio de la unidad alemana, sin embargo, podrían ser aún mayores. En los nuevos cinco länder, así como en la parte de Berlín que formaba parte del desaparecido Estado comunista alemán, la sensación de fraude y de abandono aumenta cada día. En Bonn, el Gobierno empieza a reconocer que se equivocó en sus cálculos sobre el estado de la estructura industrial y laboral en la antigua RDA. La promesa electoral de Helmut Kohl de no subir los impuestos para financiar la unificación, ya no la sostiene ni el propio canciller.

"Debemos decir abiertamente que sobrevaloramos el estado tecnológico de muchas empresas orientales e infravaloramos la magnitud del desempleo funcional", admitió el ministro de Hacienda, Theo Waigel, que el próximo día 20 tiene que presentar los presupuestos del Estado de este año. Fuentes del ministerio avanzaron ayer parte del contenido de los mismos. Lo más significativo es la renuncia a poner en práctica el plan del ministro de Economía, Jürgen Mollemann, la pujante estrella del Partido Liberal, de reducir las subvenciones lineales, un plan que se conocía con el nombre de cortacéspedes.

Sin embargo, la partida del Ministerio de Economía dobla prácticamente la del año pasado, mientras que Defensa. ve reducida su asignación en el 1,4%. El presupuesto incluye los 11.000 millones de marcos entregados por Kohl a EE UU en relación al esfuerzo bélico en el conflicto del Golfo, así como una partida de 80.000 millones bajo el epígrafe "gastos de la unificación". Hacienda incluye en el capítulo de ingresos 24.000 millones proveníentes de la unificación, supuestamente de los bienes que han quedado en manos de la Treilhandanstalt, el organismo encargado de privatizar las empresas de la desaparecida Alemania comunista.

Unos ingresos un tanto sospechosos. De hecho, tras las primeras escaramuzas, que supusieron la desaparición de las empresas más obsoletas y anticuadas, ahora les está tocando el turno de pasar a mejor vida a las supuestas joyas de la RDA aquellas empresas que surtían de tecnología a todo el este de Europa. La última de ellas, la famosa óptica Karl Zeiss Jena, que será probablemente absorbida por su hermana separada de Occidente, y que significará la pérdida de empleo para más de 20.000 personas en Jena y en la zona colindante de Turíngia, muy afectada ya por el desplome del aparato industrial de la antigua RDA.

El paro real en los nuevos cinco lánder podría situarse en torno a los tres millones de personas a finales del presente año, lo que va a suponer para Bonn una importante carga financiera al tener que pagar el seguro de desempleo, lo que consiguientemente forzará un aumento de las contribuciones de los trabajadores.

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