Cartas al director

Restitución del derecho

Acaba de proclamar el ministro Fernández Ordóñez que "ésta no es una guerra antiárabe, sino anti-Sadam Husein". Pienso que esta necesidad de personificar el fenómeno complejo de la guerra a niveles casi infantiles obedece a una necesidad -a veces inconsciente- del discurso legitimador de la guerra: por un lado, facilita la satanización del oponente. Sólo de una persona se puede predicicar la locura o la maldad. Por otro, responde a exigencias del argumento jurídico de la guerra justa: el recurso a la violencia contra Irak sería un método legítimo para "enmendar un delito internacional y...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Acaba de proclamar el ministro Fernández Ordóñez que "ésta no es una guerra antiárabe, sino anti-Sadam Husein". Pienso que esta necesidad de personificar el fenómeno complejo de la guerra a niveles casi infantiles obedece a una necesidad -a veces inconsciente- del discurso legitimador de la guerra: por un lado, facilita la satanización del oponente. Sólo de una persona se puede predicicar la locura o la maldad. Por otro, responde a exigencias del argumento jurídico de la guerra justa: el recurso a la violencia contra Irak sería un método legítimo para "enmendar un delito internacional y castigar al criminal". Para decirlo en palabras de Fernando Savater, estaríamos ante un intento del nuevo Leviatán de "abolir las guerras por la fuerza (es decir, por otra guerra) como se ha intentado abolir los crímenes entre los particulares".Este reduccionismo simplificador olvida el aspecto más peculiar y trágico de la guerra y su distancia con la retorsión que opera en la esfera del derecho penal. Sus efectos punitorios se hacen sentir sobre multitud de seres inocentes, y probablemente sobre generaciones que aún no han nacido.

Siguiendo por el camino de estas falsas asimilaciones, la guerra equivaldría al intento de reducir a un atracador refugiado en un edificio habitado, arrojando varias bombas desde un B-52. Probablemente, alguna alcanzaría finalmente al criminal. Entonces algunos respirarían satisfechos: el derecho Finalmente habría sido restituido.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En