Tribuna:

Un tranvía llamado deseo

Cierto aforismo de Wall Street recuerda que al empleado temerario de una firma de inversión puede exigírsele confesión sobre sus actividades de dos maneras: hacer que hable como Marlon Brando en El padrino, o que lo haga como el gran actor en Un tranvía llamado deseo. En ambos casos, la eficacia expeditiva disipa cualquier duda. Los precios que presentan algunas sociedades con balances saneados a pesar del impacto de las fuertes depreciaciones producto de la crisis del Golfo se prestan, por supuesto, a tomar posiciones contra viento y marea. Puede ser el caso, por ejemplo, de alg...

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Cierto aforismo de Wall Street recuerda que al empleado temerario de una firma de inversión puede exigírsele confesión sobre sus actividades de dos maneras: hacer que hable como Marlon Brando en El padrino, o que lo haga como el gran actor en Un tranvía llamado deseo. En ambos casos, la eficacia expeditiva disipa cualquier duda. Los precios que presentan algunas sociedades con balances saneados a pesar del impacto de las fuertes depreciaciones producto de la crisis del Golfo se prestan, por supuesto, a tomar posiciones contra viento y marea. Puede ser el caso, por ejemplo, de algún valor del grupo cementero que en pocas sesiones ha experimentado rallies alcistas siempre en posición dinero por la ausencia clara de contrapartida dada la escasa liquidez de los títulos referidos. En los remontes demasiado rápidos, cuando además las posiciones no se consolidan por la imposibilidad de marcar cambio, suele esconderse el deseo de recuperar perentoriamente el terreno perdido, lo que de alguna manera contribuye a mantener la situación de mercado a la deriva. El mecanismo en tiempo real y los soportes electrónicos del mercado continuo expresan, además, con mayor evidencia los errores de orientación de algún ansioso operador.

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