Cartas al director

La injusticia y el desorden

Savater, en su artículo El 23-F y S. Husein, publicado en EL PAÍS el pasado día 16, dice que lo escribió porque una señora le pidió en la calle que se pronunciase so-Pasa a la página siguiente

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bre este grave asunto. Y Savater vio enseguida a un Tejero en Husein, en un alarde de la, misma y finísima imaginación que brilla en otro periódico conservador cuando llama a S. Husein, día tras día, sin desaliento, "el ladrón de Bagdag".

Yo le ruego ahora al señor Savater que vuelva a publicar otro artículo sobre lo mism...

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Savater, en su artículo El 23-F y S. Husein, publicado en EL PAÍS el pasado día 16, dice que lo escribió porque una señora le pidió en la calle que se pronunciase so-Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior

bre este grave asunto. Y Savater vio enseguida a un Tejero en Husein, en un alarde de la, misma y finísima imaginación que brilla en otro periódico conservador cuando llama a S. Husein, día tras día, sin desaliento, "el ladrón de Bagdag".

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Yo le ruego ahora al señor Savater que vuelva a publicar otro artículo sobre lo mismo (el asunto va para largo), pero esa vez repensado.

Pero sospecho que Savater, lo mismo que alguno de esos intelectuales que invocan "que no han depuesto su función crítica", es de los que prefieren sin vacilar, con Goethe a la cabeza, la injusticia al desorden. Pero él sabe que eso no responde a una actitud iníelectual, ni a un principio de lógica normal, ni siquiera a un postulado de ética nicomaquea. Eso es una cuestión de eso, de preferencias, de sensibilidad o de simple comodidad intelectiva. Y, dada la manera de orientar su artículo, todo parece indicar que Savater, en un arrebato de incontestable pragmatismo y detrás de la retórica, simplemente se pone de parte del más fuerte. Pero desde la razón pura, ni todavía nadie ha probado que éticamente la injusticia esté por encima del desorden, ni, posiblemente, haya en el mundo mayor desorden que el que encierra la injusticia.

Goethe fue quien formuló esa dudosa preferencia, pero desde entonces ha habido tiempo para ir iluminándose la razón universal. Y si los actos de fuerza, como puede serlo la invasión de Kuwait, son odiosos, no menos odiosos se presentan a otra parte del mundo los actos que son causa de la causa; es decir, la violencia moral, refinada, que les precede; es decir, el acto de violencia que hay tras toda expoliación de materias primas ajenas, permitida por las dictaduras de la zona y en virtud de los precios que sólo estén dispuestos a consentir los países depredadores.Porque, no nos engañemos: si, en lugar de 34 dólares el barril, la OPEP hubiera podido exigir libremente 500, el mismo número se hubiera montado en el Golfo... Y luego dirán que vivimos en un sistema de libre mercado...

Claro es que los actos que dimanan de la injusticia instituida son pelusa evanescente que se esconde mejor debajo de la alfombra, aunque a la larga termine saliendo por los ribetes. En cambio, el desorden formal, sobre todo el que pueda provenir de barricadas y frentes de batalla, y el simple riesgo impiden conciliar el sueño a quienes vivimos opíparamente gracias al injusto modo de repartirse las potencias la riqueza de las naciones.

No. Savater, en su artículo, no ha cumplido una función crítica. Savater, con su artículo, quizá ha atendido a un imperativo ideológico. Aunque puede que ello sea debido a que se ha precipitado a complacer enseguida a la señora.-

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