Tribuna:

Luna

Parece que estos días se ha cumplido algún aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Es curioso, se dice así, "la llegada del hombre", como si hubiéramos llegado todos. A lugares así, como a la presidencia del Banesto, se llega solo o no se llega. El caso es que se continúa haciendo retórica sobre un suceso que modificó muy pocas vidas, algunas para mal. Fue en el año 1969 y estaba comiendo un bocadillo de calamares en un bar de San Blas cuando por el grasiento televisor del establecimiento salió un buzo disfrazado de astronauta diciendo una frase histórica al tiempo que posaba su pie iz...

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Parece que estos días se ha cumplido algún aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Es curioso, se dice así, "la llegada del hombre", como si hubiéramos llegado todos. A lugares así, como a la presidencia del Banesto, se llega solo o no se llega. El caso es que se continúa haciendo retórica sobre un suceso que modificó muy pocas vidas, algunas para mal. Fue en el año 1969 y estaba comiendo un bocadillo de calamares en un bar de San Blas cuando por el grasiento televisor del establecimiento salió un buzo disfrazado de astronauta diciendo una frase histórica al tiempo que posaba su pie izquierdo -por qué el izquierdo- sobre una especie de desierto californiano. Más de 500 millones de personas lo habían visto en directo, pero el directo en España lo pasaron a altas horas de la madrugada y los que al día siguiente coincidimos en aquel bar de San Blas teníamos el sueño muy pesado. Así pues, contemplamos el acontecimiento con algunas horas de retraso y quizá por eso no nos emocionamos tanto como Hermida.La verdad es que las preocupaciones de los que nos habíamos reunido en aquel bar para conspirar o huir del calor eran muy otras. El problema no era cómo llegar a la Luna, sino cómo llegar a fin de mes o cómo llegar a Móstoles, donde un amigo insensato se había comprado un piso con vistas al mar después de firmar 200.000 letras. Ahora parece que hay metro, pero en 1969 había que hacer parte del camino en diligencia y se llegaba muy sudado. Sin embargo, al llegar a Móstoles encontrabas algo, aunque fuera una cerveza, pero en la Luna no encontraron más que cuatro piezas con las que se ha hecho menos negocio que con el muro de Berlín. Ya lo dijo otro astronauta: "No fuimos a la Luna a recoger rocas ni a conseguir información científica; no fuimos tampoco a mejorar nuestras técnicas electrónicas. Fuimos, simplemente, a ganar a los rusos". Ya ven ustedes, en 1969 no sabían que Rusia era el Tercer Mundo.

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