Cuestión de fe

Nueva sesión de aburrimiento en la Bolsa de Barcelona, aunque algunos de los convencidos de que la recuperación está a la vuelta de la esquina prefieren hablar de sesión puente a la espera del deseado inicio del despegue estival, como ya ocurrió en las postrimerías del verano de 1987. Volúmenes y precios siguen estancados, y las tomas a corto y el trasiego de paquetes mediante aplicaciones se han convertido en prácticas generalizadas en un mercado claramente aburrido. Variaciones de precios del 1º, en una semana hacen de algunos valores dignísimos candidatos a ocupar el la...

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Nueva sesión de aburrimiento en la Bolsa de Barcelona, aunque algunos de los convencidos de que la recuperación está a la vuelta de la esquina prefieren hablar de sesión puente a la espera del deseado inicio del despegue estival, como ya ocurrió en las postrimerías del verano de 1987. Volúmenes y precios siguen estancados, y las tomas a corto y el trasiego de paquetes mediante aplicaciones se han convertido en prácticas generalizadas en un mercado claramente aburrido. Variaciones de precios del 1º, en una semana hacen de algunos valores dignísimos candidatos a ocupar el lado bueno en las clasificaciones de los informes de las sociedades especializadas. Más triste es, sin embargo, la situación de un tercio de los valores que se contratan diariamente en el parqué barcelonés, que rotativamente cierran la sesión sin variaciones de precio. Para colmo de las desilusiones, el mercado a crédito, que recoge las operaciones más arriesgadas, está suspendido desde hace 11 meses y, pese a las promesas sobre su reanudación por parte de los responsables de la Bolsa de Barcelona, este mercado sigue sin arrancar con el pretexto -a estas alturas sólo cabe utilizar esta palabra- de que faltan por determinar las condiciones que regulan el préstamo de títulos.

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