ITALIA 90

Vicini antepuso la clase al músculo

No fue el gol de Maradona en México, pero la hipérbole italiana creará una leyenda del tanto de Baggio frente a Checoslovaquia. El príncipe del pie de oro tomó un balón en el centro del campo, pasó rápido a Giannini y se fue. Giannini devolvió. Fintó a la derecha Baggio para salvar a Hasek y, a toda máquina, se fue mano a mano contra Kadnek, que tampoco aguantó la gambetta, larga, a la derecha, del italiano. Quedaba el guardameta y esta vez Baggio no se atascó como acostrumbra. Con el portero encima, elevó la pelota y la colocó en la red. El estadio tembló.El gol de Baggio se sum...

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No fue el gol de Maradona en México, pero la hipérbole italiana creará una leyenda del tanto de Baggio frente a Checoslovaquia. El príncipe del pie de oro tomó un balón en el centro del campo, pasó rápido a Giannini y se fue. Giannini devolvió. Fintó a la derecha Baggio para salvar a Hasek y, a toda máquina, se fue mano a mano contra Kadnek, que tampoco aguantó la gambetta, larga, a la derecha, del italiano. Quedaba el guardameta y esta vez Baggio no se atascó como acostrumbra. Con el portero encima, elevó la pelota y la colocó en la red. El estadio tembló.El gol de Baggio se sumaba al de Schillaci. Dos intervenciones decisivas que aclaraban la lectura final del partido: Vicini cambió el músculo por la clase y encontró un equipo más versátil, rápido y sorpresivo. Las buena noticias continuaron porque esa variación en la escala musical de Italia no disminuyó un gramo su determinación en el campo. Y cuando necesitó alguna colaboración, encontró la ayuda del árbitro Quiniou, que interpretó como fuera de juego un cabezazo de Griga con tres defensores italianos entre el delantero checo y la portería. Política y no rigor es lo que abunda entre los árbitros.

Para el fútbol también quedó un mensaje nítido. Este Mundial, maniatado en gran medida por los técnicos, necesitaba una explosión como la de Baggio, algo que cantara al mundo la superioridad del talento futbolístico por encima de todas las pizarras. Los astros habían obrado hasta ahora como los funcionarios del juego que quieren los técnicos. El gol de Baggio levantó la bandera de la personalidad y la magia. Nadie debe dudar que los títulos los ganan los grandes futbolistas.

La apuesta de Vicini era de gran altura. Carnevale y el intocable Vialli quedaban apartados en beneficio de dos jugadores requeridos por toda Italia, pero todavía sospechosos para su entrenador. La confirmación de Schillaci y Baggio ante Checoslovaquia va a crear al técnico un problema de superbundancia, una preocupación justamente cuando a estas alturas ningún entrenador quiere quebraderos, aunque sean de esta categoría feliz.

El ensayo fue espléndido para Italia. El equipo ofreció innumerables alternativas en su juego, frente a la imagen predecible, aunque potente, que había mostrado en sus dos primeros partidos. El ataque italiano fue espectacular en varios momentos, aunque la primera pieza fuese cobrada tras una defectuosa volea de Giannini.

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