La URSS lucha por mantener su poder deportivo, pese a la crisis económica

Las autoridades de la Unión Soviética luchan desesperadamente por mantener su altísimo potencial deportivo, amenazado por la crisis económica y política que padece el país. Al empobrecimiento de infraectructuras en el deporte de base se han unido las tendencias capitalistas, contra las que luchan los dirigentes por los efectos turbadores que provocan entre los atletas de élite."Estamos trabajando duro para que estas transformaciones no afecten nuestro buen rendimiento deportivo. Es muy fácil destruir un sistema ya consolidado que nos ha dado muchos éxitos y muy difícil reconstruirlo", manifest...

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Las autoridades de la Unión Soviética luchan desesperadamente por mantener su altísimo potencial deportivo, amenazado por la crisis económica y política que padece el país. Al empobrecimiento de infraectructuras en el deporte de base se han unido las tendencias capitalistas, contra las que luchan los dirigentes por los efectos turbadores que provocan entre los atletas de élite."Estamos trabajando duro para que estas transformaciones no afecten nuestro buen rendimiento deportivo. Es muy fácil destruir un sistema ya consolidado que nos ha dado muchos éxitos y muy difícil reconstruirlo", manifestó Nikolai Rusak, presidente del Comité para la Educación Física y Deportes.

Ganancias económicas

Los primeros cambios han llegado en las ganancias económicas de los deportistas que triunfan en el extranjero. El gimnasta Vladimir Artemov, por ejemplo, recibió unos 6.500 dólares (unas 715.000 pesetas) por las tres medallas de oro que ganó en Seúl-88, cantidad muy superior a las ganancias de un ciudadano soviético. Los atletas, asimismo, deben esperar menos tiempo para conseguir un coche o un buen apartamento. El gobierno también ha reducido los porcentajes que percibía de sus deportistas por sus actuaciones fuera de la URSS, en beneficio de éstos, que conservan la mitad de lo que ganan.

Salvo en los Juegos de Invierno de Lake Placid en 1980 y en los de verano de Los Angeles en 1980, caracterizados por el boicoteo soviético, la URSS ha sido la máxima potencia olímpica desde 1972. Sin embargo, la crisis económica puede acabar con un poderío semejante. El principal problema se centra en la base, de la que deben surgir los campeones. Los ciudadanos soviéticos han visto restringidas sus oportunidades para hacer deporte, circunstancia que se ha visto empeorada por el bajo nivel adquisitivo y la escasez de material deportivo de calidad.

"Sólo disponemos de un 30% de los gimnasios que necesitamos y el 10% en lo relativo a piscinas. Pero lo más preocupante es el equipamiento. Nuestras fábricas sólo pueden producir 7 millones de pares de zapatillas, cuando en realidad necesitamos 70 millones", comentó Alexander Koslowski, miembro del Comité de Deportes. Una hija suya tuvo que dejar el tenis por el tenis de mesa porque no disponía de pistas para entrenar.

Las escasez de productos básicos, los bajos sueldos y cierta apatía han reducido incluso el número de asistentes a los espectáculos deportivos. En un partido reciente entre dos de los principales aspirantes al título de baloncesto sólo acudieron 1.000 personas.

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