Editorial:

Juzgado de guardia

LOS TELEVIDENTES españoles llevan meses disfrutando con un juez de guardia neoyorquino que, en los 30 minutos de cada capítulo, se ocupa de impartir justicia sensata y rápidamente a rateros y borrachos, mientras los espectadores ríen de buena gana. Justo lo contrario de lo que ocurría con la justicia española hasta que en Oviedo el juez decano -que lleva unos días de guardia, y quiera el patrón de las justas causas que siga durante algún tiempo-, el fiscal y la titular del Juzgado número 3 de lo Penal se han puesto a impartir justicia tan sensatamente y casi a la misma velocidad que su homólog...

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LOS TELEVIDENTES españoles llevan meses disfrutando con un juez de guardia neoyorquino que, en los 30 minutos de cada capítulo, se ocupa de impartir justicia sensata y rápidamente a rateros y borrachos, mientras los espectadores ríen de buena gana. Justo lo contrario de lo que ocurría con la justicia española hasta que en Oviedo el juez decano -que lleva unos días de guardia, y quiera el patrón de las justas causas que siga durante algún tiempo-, el fiscal y la titular del Juzgado número 3 de lo Penal se han puesto a impartir justicia tan sensatamente y casi a la misma velocidad que su homólogo televisivo. Sin alharacas, sin más preocupación que resolver humanamente los problemas, para que todos, víctimas y presuntos delincuentes, se beneficien sin demora de la acción de la justicia, han resuelto cuatro casos en menos tiempo que se tarda en relatarlos. La plusmarca, ayer: un ratero reincidente, detenido robando en un comercio a las seis de la mañana, fue condenado siete horas después a dos meses de cárcel.No es que en Oviedo haya menos trabajo que en el resto de España. Es que, de pronto, tres funcionarios concienzudos le han sacudido el polvo a la justicia española, franqueándole de paso el acceso al siglo XXI. Será que ellos también ven la televisión, si les dejan tiempo las guardias nocturnas.

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